«¡A la mierda!» Es la expresión más talentuda, quizá, que se ha escuchado salir de la boquita de la dama ferrolana Yolanda Díaz, que cada mañana se reinventa a sí misma en pretensiones e ínfulas de gran estadista. Ha terminado por creerse que, en efecto, millones de españoles desfavorecidos comen gracias a sus milagros.
Hasta la fecha, el gran input de la admiradora de Fidel Castro y Nicolás Maduro, rescatada en su día por Pablo Iglesias para el oropel que les facilitó a ambos Pedro Sánchez, no era otro que conducirse como una política (no ha hecho otra cosa en su vida) educada, con buenos modales y tranquilizadora, justamente lo que reprochaba a su antiguo jefe. Ahora, nerviosa ante su debacle electoral continuado, parece que tiene que bailar el agua a Pedro Sánchez para poder seguir asistiendo a los conciertos de Taylor Swift por el morro, rodeada de guardaespaldas y con todo el glamour que le priva.
Si todo el argumento político que tiene en su chistera es un «¡A la mierda!» cuando el jefe de la oposición aprietas las clavijas, va a llevar razón su descubridor Iglesias: estamos ante un auténtico bluff de dirigente. En realidad, y estudiado objetivamente, el caso Yolanda Díaz ofrece unos parámetros previsibles en una comunista que cambia de vestuario tres veces al día para ocultar la perseverancia en una rancia y fracasada ideología, que no es otra que el comunismo que mamó en su casa desde que tomaba el biberón. Es decir, consejos vendo que para mí no tengo. Lo propio, lo coherente, lo admirable, es que pudiera llevar personalmente a la práctica los principios básicos del comunismo dando ejemplo y comenzando por ella misma en base a un elemental argumento: las palabras mueven, el ejemplo arrastra. Cuando se vive opíparamente a costa del contribuyente, en cualquier caso, muy por encima de lo que su currículum personal pudiera alcanzar en una sociedad civil competitiva, se corre el riesgo de creer que el común de los mortales viven igual que ella y su familia.
Escrito lo anterior, mucho me temo que, en efecto, dentro de muy poco tendrá que irse ¡a la mierda!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 1.6.2024.