El nuncio en Damasco comenta los «trágicos acontecimientos» de los últimos días con la toma de Alepo por los rebeldes yihadistas: «Reina el miedo, la inquietud, la incertidumbre». El cardenal en contacto con la comunidad cristiana de Alepo: “La gente está encerrada en sus casas, aquellos que podrían haber salido. Sin duda, el número de desplazados internos aumentará». Llamamiento a la comunidad internacional: «Algunas guerras podrían haberse evitado, pero ahora estamos recogiendo los pedazos».
Ciudad del Vaticano, 22 de diciembre 2024.- En Siria «la esperanza está muriendo» y la gente sólo tiene un deseo: «escapar». Catorce años de conflicto, pobreza extrema, sanciones internacionales, el terremoto y ahora una nueva ola de tensiones y violencia empiezan a pesar también en el corazón del cardenal Mario Zenari. Nuncio apostólico en Damasco desde hace dieciséis años, el cardenal mira con preocupación la toma de Alepo el 30 de noviembre: la segunda ciudad más grande de Siria está por primera vez totalmente fuera del control del gobierno de Assad y en manos de los rebeldes yihadistas. Más de 350 muertos y miles de desplazados: «Una cifra que irá en aumento», afirma Zenari por teléfono desde Damasco a los medios vaticanos. Una llamada telefónica breve, en medio de plazos ajustados y mil solicitudes, con el móvil sonando repetidamente de fondo. Siria vive una nueva emergencia, una nueva guerra: “Veremos qué pasa. Ahora reina una calma sospechosa». Ciertamente ya no hay esperanza: «Está muerta, está muriendo, en algunos casos ya está enterrada», afirma el cardenal. Quizás el Jubileo pueda traer «un soplo de aire fresco», pero la gente está agotada y lucha por ver perspectivas de futuro.
Eminencia, no hay paz para Siria…
Desgraciadamente, hacía tres años que no se hablaba de Siria y había desaparecido del radar de los medios de comunicación. Ahora ha vuelto a ser noticia con estos trágicos acontecimientos. Estoy en contacto con las comunidades cristianas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas de Alepo para ver cómo evoluciona la situación. Hay cierta calma en algunas zonas, pero también desconfianza. Hay mucho miedo, las oficinas del gobierno han desaparecido, el ejército ni siquiera se ve, están estos grupos armados que andan por ahí y han prometido no tocar a la población civil. Hasta ahora parece que lo han respetado, pero la gente todavía tiene miedo, está encerrada en sus casas. Hace un par de días, los que pudieron se marcharon apresuradamente en coche hacia otros lugares de Siria. Veremos qué pasa en los próximos días, esperemos que no sea lo peor…
Ayer fue bombardeado el Colegio Terra Sancta de los Franciscanos. Afortunadamente no hubo víctimas… Usted dijo que la seguridad dada era no tocar a los civiles, pero ¿está la población está en riesgo?
Lo veremos en los próximos días. Todavía todo es muy incierto, reina mucha inquietud, miedo, incertidumbre. Los obispos han asegurado a sus fieles que permanecerán en Alepo, al igual que los sacerdotes, los religiosos y la población. Es un momento muy incierto y difícil.
¿Tiene miedo de que la violencia pueda extenderse y desde Alepo llegar a otras ciudades?
Es difícil de predecir. Como esta captura de Alepo por grupos armados hace unos días fue una sorpresa no sólo para el pueblo de Alepo sino también para todos los sirios, no se sabe qué deparará el futuro para esta zona y para Siria en general. Vivimos en esta incertidumbre. Por otro lado, todo Oriente Medio está ardiendo y las cartas geopolíticas están desordenadas.
¿Qué significa todo esto para los jóvenes? ¿Será un nuevo impulso a la emigración?
Está claro. Mientras tanto, el número de desplazados internos ha aumentado: han llegado y están llegando también aquí a Damasco y a otros lugares de la costa. Alrededor de 7 millones, el número ya preocupante de los que hasta ahora eran desplazados internos seguramente aumentará, al igual que aumentará el número de refugiados. Recordemos que entre los refugiados en los países vecinos hay alrededor de 6 millones de sirios. Entre los de fuera y los de dentro, Siria mantiene un triste historial de refugiados: alrededor de 13 millones, más de la mitad de la población. Este número aumentará, es inevitable.
Ahora la gente ya no tiene esperanzas en el futuro del país, especialmente los jóvenes. No vemos ninguna reconstrucción, no vemos ningún arranque económico, no hay trabajo, entonces el único deseo de la gente, de los jóvenes, es irse.
Eminencia, ayer comenzó el Adviento y la Iglesia universal se prepara para vivir el Jubileo. ¿Cómo vivirán este tiempo los cristianos sirios?
Lamentablemente aquí la esperanza está muerta, está muriendo, en algunos casos ya está enterrada. Esperamos que este Jubileo, que tiene como tema «Peregrinos de la esperanza», pueda enviar un soplo de aire fresco a estas personas que sufren desde hace 14 años la guerra, el hambre y la falta de trabajo. Esta es la situación… El único deseo de la población, como decía, es escapar. Con estos últimos acontecimientos en Alepo, este deseo de emigrar ha aumentado.
¿Hay algún mensaje que quiera dar a la comunidad internacional?
Me gustaría decirle a la comunidad internacional que es correcto ayudar a resolver los conflictos, pero ante todo hay que prevenir. Algunos conflictos recientes que han estallado en el mundo eran predecibles, primero había que hacer algo. En Oriente Próximo, en Ucrania… Por tanto, yo insistiría en impedir las guerras, en actuar primero; de lo contrario, actuaremos cuando los pedazos ya estén rotos, cuando estén en el suelo.
SALVATORE CERNUZIO