Esa colección de ganapanes, generalmente ágrafos, que dicen forman el Gobierno de la nación, que no gobierna pero gasta, pintan menos que dos personajes siempre bajo sospecha y que, al parecer, se llevan muy bien entre ellos: Puigdemont, por una parte y José Luis Rodríguez Zapatero por otro.
Lo del fugitivo es algo que va de suyo: un enemigo de España, que utiliza lo que tiene a mano para sobrevivir; no deja de resultar más que un tigre de papel que ya no controla ni el poder en su diminuto territorio al que quiere convertir en nación y estado.
El problema es que el jefe del Gobierno español, que representa a la cuarta potencia europea, se ha rendido hace ya tiempo a las exigencias del golpista. Y lo ha hecho por conveniencia, sí, pero también por los susurros constantes de ese correveidile tóxico que responde por el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero. Subió al poder en un país entonces solvente y lo dejó como un solar abrasado por una descarga nuclear.

Ha conseguido reivindicarse en los últimos años entre la ultraizquierda en la que se ha convertido el PSOE, rechazado por los grandes líderes históricos socialdemócratas, pero enredando con asuntos de Estado. El tipo que no supo administrar dignamente su país, el hombre que llegó al poder gracias a unas bombas en los trenes de Atocha, se autoconsidera apropiado para resolver los problemas del mundo.
Mientras se niega a explicar sus ingresos (muchos, a juzgar por lo que presume), sigue apoyando al régimen ladrón, represivo y genocida de Venezuela. Ahora le ha dado por China, donde cualquier dirigente occidental que les pelotea es acogido con las manos repletas.
Vamos a ver, ¿acaso un tipo como ZP, que lo ignora todo sobre casi todo salvo conspirar con fruición, será capaz de conseguir que España abandone a la primera potencia del mundo como Estados Unidos, que ha sido históricamente el gran aliado de nuestro país? ¿Quizá un personaje como Zapatero puede conseguir que España, a la que arruinó moral, constitucional y económicamente, se desmarque de Europa para abrazar decididamente un régimen ferozmente antidemocrático como China?
Ha contagiado peligrosamente su deriva mental a Sánchez, quizá porque es el único ex dirigente socialista que no siente vergüenza ante conmilitones como Ábalos, Begoña, Maroto, Torres, los corruptos de los EREs y el propio presidente del Gobierno.
PD. Un ex presidente que preconiza un referéndum secesionista en su país, ¿no tiene nada que decir de la ocupación china del Tíbet y del genocidio de tibetanos? Un correveidile –¿por precio?– internacional, ¿no tiene nada que decir sobre los desaparecidos, torturados y asesinados en la tierra de su amigo Maduro?

GRACIANO P.ALOMO
Publicado en OKdiario el 12.4.2025