28 de abril 2022.- Una semana después de que se hayan reactivado las embajadas de 16 países de la Unión Europea en Kiev, entre ellas la española, hablamos de nuevo con el nuncio apostólico en Ucrania, que nunca se fue.
La última vez que hablamos con usted a principios de marzo no podía salir del sótano de la nunciatura por los bombardeos. ¿Cómo es ahora la situación?
Estamos más tranquilos. He salido a dar un paseo en este momento y por eso tengo ocasión de atenderla. Pero la guerra es impredecible. Estamos bien, aunque no sabemos qué va a pasar. En Kiev podemos permitirnos vivir con un poco más de normalidad, pero hay zonas completamente devastadas muy cerca de aquí.
Esa normalidad también se nota con el regreso de las embajadas de la Unión Europea.
Es una buena señal. Pero de momento no ha regresado todo el personal que trabajaba en las legaciones diplomáticas. Funcionan a bajo rendimiento con una o dos personas.
La Santa Sede mantuvo la nunciatura a pesar de la invasión de Rusia el pasado 24 de febrero. ¿Es un motivo de orgullo?
También se mantuvo Polonia. No me considero un valiente, solo un obispo que cumple con su deber diplomático. Yo represento al Papa, y el Papa tiene que estar al lado de la gente. Al principio pensé que Kiev iba a terminar siendo ocupada, por lo que consideré que era mejor estar dentro. Si los rusos se hubieran hecho con la ciudad, me hubiera sido imposible entrar después como ha sucedido, por ejemplo, con Mariúpol.
¿Sigue coordinando la entrada de ayuda humanitaria?
No. Eso lo están gestionando las parroquias y las asociaciones. Las iglesias locales de los países fronterizos con Ucrania están recogiendo toda la ayuda humanitaria que llega. Después Cáritas y otras organizaciones de la Iglesia y de otros sectores se encargan de distribuirla por el país. Hay otros asuntos humanitarios muchos más importantes que requieren la intervención directa de la Santa Sede.
¿Qué tipo de asuntos?
Por ejemplo, el responsable de los Derechos de la Infancia de Ucrania se puso en contacto con la nunciatura para tratar de abrir corredores y permitir la evacuación de los niños que viven en orfanatos. Durante todo el mes de marzo he estado en contacto con las autoridades rusas para permitir la liberación de estos niños inocentes que no tienen familias que los protejan. En concreto, hemos trabajado en la evacuación de un orfanato en la ciudad de Vorzel y de otros cuatro en la región de Kherson.
¿Lograron salvarlos?
Parcialmente.
¿Qué quiere decir?
No puedo contarlo en detalle. Pero digamos que la mayoría solo han podido ser evacuados hacia el lado ruso.
¿En qué más ha trabajado?
Estamos tratando de abrir corredores humanitarios para sacar a los refugiados de la ciudad de Mariúpol. Es una ciudad mártir. Ha sufrido un asedio de más de 50 días. La situación es muy complicada y dramática. Hemos intentado ir hasta allí, pero nos ha resultado imposible. Otros estados y Cruz Roja Internacional también han intentado lo mismo sin éxito. Habíamos organizado una iniciativa para recaudar fondos para esa ciudad en colaboración con el Patriarcado ortodoxo de Moscú, pero hasta ahora todos los esfuerzos han caído en saco roto.
Además, habría sido peligroso, ¿no?
Las autoridades rusas no permitían entrar, y sin garantías de seguridad es imposible adentrarse en una ciudad ocupada. El cardenal Konrad Krajewski, el limosnero del Papa Francisco, también quiso viajar hasta Mariúpol, pero no era viable. Solo para ir se necesitan dos días de viaje y hubieran sido en balde sin los permisos.
Junto con el cardenal Krajewski celebraron un vía crucis el Viernes Santo. ¿Cómo lo recuerda?
Fue en Borodianka. También estuvimos en Bucha. Vimos cómo extraían los cuerpos sin nombre de las fosas comunes. Un militar ucraniano nos contó que habían sacado el cadáver de una niña de unos 13 años –que era la edad de su hija– con evidentes signos de violencia sexual. Es horrible de lo que es capaz el hombre. Durante el vía crucis tuvimos que pararnos en varios momentos. Ni siquiera podíamos leer las meditaciones. Solo llorábamos y pedíamos perdón a Dios por tanto odio y violencia.
¿Cómo ve la decisión del Papa de no reunirse con el patriarca Cirilo?
El Papa siempre se ha mostrado disponible para encontrarse con él, pero él mismo ha explicado porque no sería apropiado en este momento.
¿Ha podido hablar con el Papa?
Personalmente no, pero eso no es importante. Siento su cercanía. Y el pueblo ucraniano también.
Segunda entrevista con Alfa y Omega
El nuncio apostólico en Ucrania, el lituano Visvaldas Kulbokas, ya atendió a Alfa y Omega desde Kiev a principios del mes de marzo, dos semanas después de que hubiera empezado la invasión rusa de Ucrania. Se resguardaba de posibles ataques en un sótano «que no está pensado para ser un refugio antiaéreo» y, desde allí, coordinaba ayuda humanitaria. «Nos preparamos para lo peor», advertía antes de antes de señalar que «mi misión es estar aquí, con el pueblo». «Soy obispo antes que diplomático, y por eso me quedo», aseveraba.
Victoria Isabel Cardiel C.
Alfa y Omega
Imagen: El nuncio celebra la Eucaristía en la cocina de la Nunciatura.
(Foto cedida por Visvaldas Kulbokas).