Tras suspenderse el diálogo, el prefecto de Doctrina de la Fe explica su visita al Papa copto para aclarar el contenido de Fiducia supplicans.
30 de mayo 2024.- «Era mejor verse cara a cara y hablar sin tapujos». El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, justifica así a Alfa y Omega la reunión que mantuvo el 22 de mayo con el Papa copto, Tawadros II. Fue un intento de aclarar el contenido de la declaración Fiducia supplicans en lo que se refiere a la bendición de personas en uniones del mismo sexo. En marzo, el Sínodo copto suspendió el diálogo con la Iglesia católica por este motivo.
Roma ya había aclarado la cuestión después de que se planteara en enero en la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Pero algunas comunidades de Estados Unidos solicitaron «mayores explicaciones» al cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. En ese momento, «propuse al cardenal Koch realizar esta visita», a la vista de «la dificultad de tener distintos lenguajes teológicos». «Él estuvo muy de acuerdo y luego consulté con el Santo Padre».
Fernández manifestó a Tawadros II que al igual que el Sínodo copto reiteró en marzo su rechazo al matrimonio homosexual, «ningún documento de la Santa Sede lo admite». Y valoró «la novedad» de que la declaración copta «agregó algunas expresiones que invitan a un cuidado pastoral de estas personas». Al final, le entregó a su interlocutor una carta «para compartir con algunos otros patriarcas». Con todo, matiza que «el viaje no fue solo para este encuentro, también para otros más reservados sobre otros temas».
¿En qué grado causó preocupación en el Vaticano el impacto de Fiduccia en las relaciones con las Iglesias ortodoxas y orientales? ¿Se había previsto?
Dada la certeza de que el documento no contiene errores doctrinales, en este caso el problema es que la disidencia no es sobre un tema cristológico o trinitario sino por una praxis pastoral. Lo que sucede es que detrás de esta praxis hay cuestiones teológicas como el sentido de las bendiciones, su relación con la liturgia, la distinción entre gracia santificante y gracia actual (más presente en la teología católica), etc.
¿Qué horizonte se abre en este escenario en el que cualquier desarrollo pastoral o teológico en la Iglesia católica (o cualquier otra) pueda impactar de tal manera el diálogo ecuménico? ¿Tiene también implicaciones positivas, como una llamada a que las distintas iglesias reflexionen sobre ciertos temas más en comunión?
El diálogo ecuménico implica reconocer y aceptar que haya diferencias, y respetar también que haya diversas praxis pastorales. Ninguna de las Iglesias o comunidades eclesiales cree que deba pedir permiso a las otras, y ninguna de ellas lo hace. Tampoco se pone como condición para el diálogo que el otro renuncie a algo. El diálogo teológico implica que haya una fe trinitaria y cristológica en común y tiene en cuenta la jerarquía de verdades, como ya se expresaba en Unitatis redintegratio.
Existiendo ya una respuesta por escrito ante la petición en el encuentro de la Comisión Mixta Internacional del pasado marzo, ¿por qué la necesidad de un encuentro personal?
Porque ellos habían pedido una clarificación ulterior, y viendo que existe la dificultad de tener distintos lenguajes teológicos, era mejor verse cara a cara y hablar sin tapujos. De hecho el diálogo fue muy rico y creo que a ambos nos permitió reconocer las distintas perspectivas. Por otra parte el viaje no fue solo para este encuentro sino también para otros encuentros más reservados sobre otros tema.
¿Cómo fue la reunión tras un anuncio tan grave como suspender el diálogo?
El clima fue excelente, de gran cordialidad y con una clara intención de entenderse mejor. Escuchaban con mucha atención. Tawadros hizo varias preguntas con un sincero esfuerzo por comprender. Que ambos hiciéramos preguntas era el mejor signo de la buena voluntad. El anuncio no era tan grave. En realidad ya antes de Fiducia supplicans ellos pensaban que después de 20 años era necesaria una pausa para evaluar la marcha e incluso la metodología de estos encuentros.
Usted valoró la perspectiva pastoral del documento copto sobre la homosexualidad de la Iglesia copta. ¿En qué sentido? ¿Qué aspectos le gustaron más?
Simplemente le dije que estamos de acuerdo con ese contenido, porque ningún documento de la Santa Sede admite el matrimonio gay ni las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Además, la declaración Dignitas infinita reafirmó estas convicciones, aunque su objetivo no era hablar solo de sexo. Pero la novedad de este documento copto es que agregó algunas expresiones que invitan a un cuidado pastoral de las personas, mientras en anteriores clarificaciones doctrinales sólo se indicaban las cuestiones teológicas.
Tanto en el comunicado del 7 de marzo como en el de esta semana, la Iglesia copta habla de la «necesidad de reevaluar los logros de los últimos 20 años de diálogo y la necesidad de desarrollar métodos y mecanismos más efectivos». Esto parece ir más allá de Fiducia supplicans. ¿A qué se refieren? ¿Se abordó esta cuestión en la reunión de la semana pasada?
No hablamos sobre ese tema. Sólo sabemos que la intención va más allá de algún tema doctrinal o moral y que se quiere analizar el funcionamiento de estos encuentros en sí mismos.
Tampoco los católicos terminan a veces de entender la distinción entre bendecir la unión y a las dos personas.
Como explicamos en el comunicado posterior a Fiducia supplicans, cuando se presentan dos personas juntas, aun en una unión irregular, se puede hacer una oración general muy breve, pero luego se bendice a cada una de ellas (una señal de la cruz en la frente). Eso no es bendecir una unión, porque además este tipo de simples y breves bendiciones no pretende ratificar ni aprobar nada. También lo dijo el Papa en su discurso al dicasterio: debe subrayarse que no pretenden aprobar nada y que si vienen dos personas juntas no se las expulsa, se les da una bendición. En español es fácil identificar «pareja» con «unión». No así en italiano o inglés, donde coppia o couple puede identificarse sólo con «un par» de personas. No significa «cópula» como dicen algunos.
Muchos no saben que algunas parejas bendecidas con cierto escándalo son personas que viven juntas y comparten todo, menos el sexo que fue cosa de su pasado. Un principio de la caridad es tratar de no pensar mal del otro cuando es posible pensar bien.
Se podrá discernir si en determinados lugares se prefiere no bendecir a quienes no están totalmente en regla, pero esa es la posibilidad que está abierta. Creo que en la Iglesia tenemos problemas más importantes y cruciales. Una de las personas que participó en la reunión al salir reconoció que algunos blogs y medios católicos aumentaron la confusión llevando a creer que se trataba de casamientos homosexuales. A veces parece que hay interés en provocar problemas ecuménicos.
Pero amparándose en la declaración se han realizado bendiciones que sí imitan el Matrimonio.
El rechazo es claro y contundente en la primera parte de Fiducia supplicans, que lo repite hasta el cansancio. Por otra parte, no creo que sea una situación generalizada, así como no se ven millones de divorciados en nueva unión que vayan a comulgar sin un discernimiento. Y en varios de los pocos casos que se han conocido los obispos han actuado según lo que dice Fiducia supplicans o los sacerdotes han pedido disculpas. Son muchos más los casos de abusos de menores, inmensamente graves. Por otro lado, hay sacerdotes que han hecho bendiciones discretas e incluso en lugares reservados, pero ha corrido alguna foto cargada de interpretaciones. Los casos que tengan mayor entidad se pueden denunciar al obispo del lugar, pero no creo que tengamos que hacer una caza de brujas.
Frente a la tendencia reciente a dejar el discernimiento de ciertas cuestiones en manos de los obispos, ¿por qué sobre los fenómenos sobrenaturales se ha decidido que intervenga Roma?
La influencia de las redes sociales en los últimos años nos coloca en una situación muy diversa a la de 40 años atrás. De hecho, muchos obispos reclamaban un mayor involucramiento del dicasterio porque lo que sucede en una diócesis generalmente afecta al menos a un país entero. Por otro lado, en realidad el dicasterio intervenía, pero sin aparecer, e incluso prohibía a los obispos que lo mencionaran. Por ejemplo, en el caso de la llamada «Nuestra Señora de Todos los Pueblos», en Holanda, hubo una conclusión aprobada por el Papa de non supranaturalitate, eso no se sabía porque se comunicaba al obispo en reserva absoluta. Ahora el obispo podrá sentirse respaldado de modo explícito.
Los extremos —fenómenos sin problemas y casos problemáticos o fraudes— son claros. Pero, ¿cómo explicar y sopesar aquellos en los que se mezclan factores positivos y dudosos?
La acción de Dios siempre se mezcla con elementos humanos que hay que discernir. Siempre. Aun en los casos en los que se da un nihil obstat. Y podría darse un nihil obstat con alguna aclaración cuando se considera un problema menor. Incluso cuando se canoniza a una persona se aclara que eso no significa declarar auténticos ciertos fenómenos supuestamente sobrenaturales que podría haber en su vida y eso sin embargo no afecta su santidad.
La idea de que todo debe ser purísimo y sin mezcla alguna de defectos humanos es uno de los errores del jansenismo. Aun en la Biblia, siendo Palabra inspirada y revelada, hay elementos humanos y culturales que no vienen de Dios, como la esclavitud en el Antiguo Testamento, o como la orden de Pablo de que las mujeres deben cubrirse la cabeza, o como lo que se dice de las mujeres en algunos textos. Pensando en el bien de los fieles, aun cuando se reconozcan elementos positivos es importante aclarar otros que podrían confundir. Lo peor ocurre cuando no se interviene y se deja que durante décadas se desarrollen formas de devoción cargadas de estos elementos confusos sin decir nada.
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega