Como Pastor universal de la Iglesia católica, he venido para conocer, animar y rezar con los fieles católicos de esta isla.
Encuentro interreligioso »Nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra»
En el santuario de Madhu: María acompañe a tamiles y cingaleses a reconstruir la unidad perdida
500.000 personas en la canonización de José Vaz, primer santo de Sri Lanka
He venido a rezar con los fieles católicos
Ciudad del Vaticano, 13 de enero 2015 (VIS).- El Papa Francisco ha comenzado esta mañana su visita a Sri Lanka y Filipinas. Se trata del séptimo viaje apostólico del pontífice que, como san Juan Pablo II, engloba en una única visita los dos países asiáticos con el mayor número de católicos. La visita a Sri Lanka dura dos días y prevé un encuentro interreligioso, la canonización de Joseph Vaz y la oración mariana en el santuario de Nuestra Señora de Madhu. La visita a Filipinas dura tres días en los cuales el Papa encontrará entre otros a las víctimas del tifón Yolanda. El último día del viaje del Santo Padre coincide con la festividad del Santo Niño de Cebu, en Filipinas, cuyo santuario es meta de una peregrinación multitudinaria.
El Papa que salió del aeropuerto romano de Fiumicino ayer lunes a las 18.50, llegó a Colombo, capital de Sri Lanka, a las 9.00 de esta mañana, hora local, después de casi 14 horas de vuelo, y fue recibido por los representantes de las autoridades religiosas y civiles, entre ellas el nuncio apostólico en ese país, el arzobispo Pierre Nguyên Van Tot, y el presidente del país Maithripala Sirisena. Dos niñas le ofrecieron una guirnalda de flores y fue acogido por los cantos de un coro y los saludos de cerca de dos mil niños.
En el mismo aeropuerto se llevó a cabo la ceremonia de bienvenida y tras el discurso del presidente, el Papa dirigió unas palabras a los presentes.
»Mi visita a Sri Lanka -dijo- es fundamentalmente pastoral. Como Pastor universal de la Iglesia católica, he venido para conocer, animar y rezar con los fieles católicos de esta isla. Un momento culminante de esta visita será la canonización del beato José Vaz, cuyo ejemplo de caridad cristiana y respeto a todas las personas, independientemente de su raza o religión, sigue siendo una fuente de inspiración y enseñanza en la actualidad. Pero mi visita también quiere expresar el amor y preocupación de la Iglesia por todos los ciudadanos de Sri Lanka, y confirmar el deseo de la comunidad católica de participar activamente en la vida de esta sociedad.
Una tragedia constante en nuestro mundo es que tantas comunidades estén en guerra entre sí. La incapacidad para conciliar diferencias y desacuerdos, ya sean antiguos o nuevos, ha dado lugar a tensiones étnicas y religiosas, acompañadas con frecuencia por brotes de violencia. Durante muchos años, Sri Lanka ha conocido los horrores de la contienda civil, y ahora trata de consolidar la paz y curar las heridas de esos años. No es tarea fácil superar el amargo legado de injusticias, hostilidad y desconfianza que dejó el conflicto. Esto sólo se puede conseguir venciendo el mal con el bien y mediante el cultivo de las virtudes que favorecen la reconciliación, la solidaridad y la paz. El proceso de recuperación debe incluir también la búsqueda de la verdad, no con el fin de abrir viejas heridas, sino más bien como un medio necesario para promover la justicia, la recuperación y la unidad.
Queridos amigos, estoy convencido de que los creyentes de las diversas tradiciones religiosas tienen un papel esencial en el delicado proceso de reconciliación y reconstrucción que se está llevando a cabo en este país. Para que el proceso tenga éxito, todos los miembros de la sociedad deben trabajar juntos; todos han de tener voz. Todos han de sentirse libres de expresar sus inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones y sus temores. Pero lo más importante es que todos deben estar dispuestos a aceptarse mutuamente, a respetar las legítimas diferencias y a aprender a vivir como una única familia. Siempre que las personas se escuchan unos a otros con humildad y franqueza, sus valores y aspiraciones comunes se hacen más evidentes. La diversidad ya no se ve como una amenaza, sino como una fuente de enriquecimiento. El camino hacia la justicia, la reconciliación y la armonía social se ve con más claridad aún.
»En este sentido -concluyó el pontífice- con la gran obra de reconstrucción debe abarcar no sólo la mejora de las infraestructuras y la satisfacción de las necesidades materiales, sino también, y más importante aún, la promoción de la dignidad humana, el respeto de los derechos humanos y la plena inclusión de cada miembro de la sociedad. Tengo la esperanza de que los líderes políticos, religiosos y culturales de Sri Lanka, considerando el bien y el efecto positivo de cada una de sus palabras y actuaciones, contribuirán de manera duradera al progreso material y espiritual del pueblo de Sri Lanka. Señor Presidente, queridos amigos, les doy las gracias una vez más por su acogida. Que estos días que pasaremos juntos sean días de amistad, diálogo y solidaridad. Invoco la abundancia de las bendiciones de Dios sobre Sri Lanka, la Perla del Océano Índico, y rezo para que su belleza resplandezca en la prosperidad y la paz de todos sus habitantes».
Finalizado el discurso el Santo Padre recorrió en papamóvil los veintiocho kilómetros que separan el aeropuerto de la nunciatura apostólica en Colombo. La duración del trayecto, debido a la inmensa multitud de fieles que aclamaba al Papa a su paso, fue más larga de lo previsto y por ese motivo Francisco anuló la visita prevista al arzobispado para encontrarse con los veinte obispos de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka a los que había encontrado hace poco en el Vaticano. Como enviado del Santo Padre fue el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado.
Una vez en la nunciatura apostólica, Francisco almorzó en privado y desde allí se trasladó en automóvil a la Residencia Presidencial de Colombo para efectuar una visita de cortesía al Presidente Maithripala Sirisena con quien mantuvo un coloquio privado. Después el presidente acompañó al pontífice al salón donde tuvo lugar la presentación de las autoridades y dignatarios y una breve ceremonia para la emisión filatélica conmemorativa del viaje.
Encuentro interreligioso
Ciudad del Vaticano, 13 enero 2015 (VIS).- La segunda etapa del viaje apostólico del Papa Francisco a Sri Lanka fue el Centro de Congresos BMICH (Memorial de Conferencias Internacionales Bandaranaike) donde tuvo lugar el encuentro con los representantes de otras confesiones religiosas.
La principales familias religiosas en el país son el budismo (70% de la población), el hinduismo (12,6%), el islam (9,7%) y el catolicismo (7,16%). Desde el punto de vista cronológico, el hinduismo era el credo predominante en la isla hasta la llegada de los misioneros budistas en el siglo III a.C ; en la actualidad sus adeptos se concentran sobre todo en el norte y el este del país y la mayor parte pertenecen a la etnia Tamil. El budismo Theravada llegó a Sri Lanka alrededor del 246 a.C. y fue proclamado religión oficial alrededor del 200 a.C. A mediados del siglo XIX el culto revive debido también a los movimientos de inspiración nacional. El islam se difundió hasta el siglo XV gracias a los mercaderes árabes que controlaban las rutas en el sur del Océano Índico, hasta la llegada de los misioneros franciscanos con los portugueses. Por cuanto se refiere al cristianismo, la tradición narra que santo Tomás habría llegado a la isla en el siglo I después de haber atravesado Kerala en el sur de la India. Las primeras noticias documentadas se remontan a 1322, fecha de la breve estancia del franciscano italiano Odorico de Pordenone y después, a partir de 1517, con la llegada de los misioneros franciscanos.
Esperaban a Francisco en la Sala de las Asambleas del BMICH alrededor de mil representantes de las diversas comunidades religiosas (budistas, hindúes, musulmanes y de algunas confesiones cristianas). El encuentro se abrió con el canto budista »Pirith», al que siguieron una bendición hindú, una bendición musulmana y una oración del grupo ecuménico.
Después de la intervención del monje budista Vigithasiri Niyangoda Thero, el Santo Padre pronunció un discurso en el que afirmó el profundo y permanente respeto de la Iglesia católica por las demás religiones y reiteró que por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra.
»He llegado a Sri Lanka -comenzó- siguiendo las huellas de mis predecesores, los papas Pablo VI y Juan Pablo II, para manifestar el gran amor y preocupación de la Iglesia católica por Sri Lanka. Es una gracia especial para mí visitar esta comunidad católica, confirmarla en la fe cristiana, orar con ella y compartir sus alegrías y sufrimientos. Es igualmente una gracia poder estar con todos ustedes, hombres y mujeres de estas grandes tradiciones religiosas, que comparten con nosotros un deseo de sabiduría, verdad y santidad.
»En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica declaró su profundo y permanente respeto por las demás religiones. Dijo que ella »no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas». Por mi parte, deseo reafirmar el sincero respeto de la Iglesia por ustedes, sus tradiciones y creencias».
»Con este espíritu de respeto -continuó- la Iglesia católica desea cooperar con ustedes, y con todos los hombres de buena voluntad, en la búsqueda de la prosperidad de todos los ciudadanos de Sri Lanka. Espero que mi visita ayude a impulsar y profundizar en las diversas formas de cooperación interreligiosa y ecuménica que se han emprendido en los últimos años».
»Estas iniciativas loables han brindado oportunidades para el diálogo, que es esencial si queremos conocer, comprender y respetar a los demás. Pero, como demuestra la experiencia, para que este diálogo y encuentro sea eficaz, debe basarse en una presentación completa y franca de nuestras respectivas convicciones. Ciertamente, ese diálogo pondrá de relieve la variedad de nuestras creencias, tradiciones y prácticas. Pero si somos honestos en la presentación de nuestras convicciones, seremos capaces de ver con más claridad lo que tenemos en común. Se abrirán nuevos caminos para el mutuo aprecio, la cooperación y, ciertamente, la amistad».
»Esos desarrollos positivos en las relaciones interreligiosas y ecuménicas adquieren un significado particular y urgente en Sri Lanka. Durante muchos años, los hombres y mujeres de este país han sido víctimas de conflictos civiles y violencia. Lo que se necesita ahora es la recuperación y la unidad, no nuevos enfrentamientos y divisiones. Sin duda, el fomento de la curación y de la unidad es una noble tarea que incumbe a todos los que se interesan por el bien de la nación y, en el fondo, por toda la familia humana».»Espero- subrayó Francisco- que la cooperación interreligiosa y ecuménica demuestre que los hombres y las mujeres no tienen que renunciar a su identidad, ya sea étnica o religiosa, para vivir en armonía con sus hermanos y hermanas.
»¡De cuántos modos los creyentes de las diferentes religiones pueden llevar a cabo este servicio!. ¡Cuántas son las necesidades que hay que atender con el bálsamo curativo de la solidaridad fraterna! Pienso particularmente en las necesidades materiales y espirituales de los pobres, de los indigentes, de cuantos anhelan una palabra de consuelo y esperanza. Pienso también en tantas familias que siguen llorando la pérdida de sus seres queridos».
»Especialmente en este momento de la historia de su nación, ¡cuántas personas de buena voluntad están tratando de reconstruir los fundamentos morales de la sociedad en su conjunto! Que el creciente espíritu de cooperación entre los líderes de las diferentes comunidades religiosas se exprese en el compromiso de poner la reconciliación de todos los habitantes de Sri Lanka en el centro de los esfuerzos por renovar la sociedad y sus instituciones. Por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra. Tenemos que exigir a nuestras comunidades, con claridad y sin equívocos, que vivan plenamente los principios de la paz y la convivencia que se encuentran en cada religión, y denunciar los actos de violencia que se cometan».
»Queridos amigos -finalizó el Papa- les doy las gracias una vez más por su generosa acogida y su atención. Que este encuentro fraterno nos confirme a todos en nuestro compromiso de vivir en armonía y difundir la bendición de la paz».
En el santuario de Madhu
Ciudad del Vaticano, 14 enero 2015 (VIS).-El santuario de Nuestra Señora de Madhu, a 250 kilómetros de Colombo y al que el Papa se desplazó en helicóptero fue la segunda etapa del viaje de Francisco a Sri Lanka este miércoles. El santuario se encuentra en el norte de la isla, habitada prevalentemente por población Tamil, y su historia abarca más de cuatro siglos. En 1544 algunos cristianos escapados a la masacre ordenada en Mannar por el rey de Jaffna que temía la expansión de la influencia portuguesa se refugian en la jungla y construyen un rudimental lugar de oración colocando la imagen que ahora se encuentra en el santuario. En 1583, de nuevo huyendo de Mannar, otros cristianos comienzan a construir iglesias en las zonas cercanas; una de ellas en Mantai que es la primera casa de la imagen de Nuestra Señora de Madhu. Después de las persecuciones de los holandeses, desembarcados en Ceilán en 1656, treinta familias católicas que buscaban refugio de aldea en aldea llevando consigo la imagen se establecen en Maruthamadhu, el lugar donde surge actualmente el santuario. Se unirán más tarde a ellos otros católicos de origen portugués a los que se debe la construcción de la primera pequeña iglesia dedicada a Nuestra Señora de Madhu.
La fama de la Virgen de Madhu, protectora contra las serpientes, se difunde por toda la isla y con la llegada de san José Vaz en 1687 el catolicismo vuelve a florecer y Madhu en 1706 se convierte en centro misionero. La construcción del edificio actual comienza en 1872 , el legado pontificio corona la imagen en 1924 en nombre de Pío XI y la iglesia se consagra en 1944. El santuario mariano es lugar de oración muy respetado y frecuentado por fieles católicos y de otras religiones, a pesar de lo cual fue escenario de combates entre los tamiles y las fuerzas del gobierno. Los obispos de Sri Lanka han conseguido que Madhu sea una zona desmilitarizada garantizando la seguridad de los peregrinos y de los numerosos prófugos que se refugiaron allí para escapar de la guerra. Desde 1990, las 160 hectáreas de terreno que rodean el santuario han acogido a miles de desplazados de guerra, convirtiéndose en un verdadero y propio campo de refugiados, reconocido por las partes en lucha. En abril de 2008 el santuario fue entregado de nuevo a la diócesis de Mannar y reabierto al culto en diciembre de 2010.
Más de 500.000 personas esperaban al Papa para rezar juntos a la Virgen por la consolidación de la paz alcanzada en 2009 al final de un conflicto que se prolongó durante más de tres décadas. Estaban presentes familias tamiles y cingalesas sometidas a duras pruebas por las hostilidades.
»Estamos en la casa de nuestra Madre -dijo Francisco- Aquí ella nos da la bienvenida. En este santuario de Nuestra Señora de Madhu, todo peregrino se puede sentir en su casa, porque aquí María nos lleva a la presencia de su Hijo Jesús. Aquí vienen los habitantes de Sri Lanka, tamiles y cingaleses por igual, como miembros de una sola familia. Encomiendan a María sus alegrías y tristezas, sus esperanzas y necesidades. Aquí, en su casa, se sienten seguros. Saben que Dios está muy cerca; sienten su amor; conocen su ternura y misericordia, la tierna misericordia de Dios».
»Se encuentran hoy aquí familias que han sufrido mucho en el largo conflicto que rasgó el corazón de Sri Lanka. Muchas personas, tanto del norte como del sur, fueron asesinadas en la terrible violencia y derramamiento de sangre de aquellos años. Los habitantes de Sri Lanka no pueden olvidar los trágicos acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste día en que la venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros cristianos a Sri Lanka, fue arrancada de su santuario».
»Pero la Virgen permanece siempre con vosotros. Ella es la madre de todo hogar, de toda familia herida, de todos los que están tratando de volver a una existencia pacífica. Hoy le damos las gracias por haber protegido a la población de Sri Lanka de tantos peligros pasados y presentes. María nunca olvida a sus hijos en esta isla resplandeciente. Al igual que nunca se apartó del lado de su Hijo en la cruz, así nunca se aparta de sus hijos que sufren en Sri Lanka».
»Hoy queremos dar las gracias a la Virgen por su presencia. Ante tanto odio, violencia y destrucción, queremos darle las gracias porque sigue llevándonos a Jesús, el único que tiene el poder para curar las heridas abiertas y devolver la paz a los corazones desgarrados. Pero también queremos pedirle que implore para nosotros la gracia de la misericordia de Dios. Pedimos también la gracia de reparar por nuestros pecados y por todo el mal que esta tierra ha conocido».
»No es fácil hacer esto -reconoció el Santo Padre- Sin embargo, cuando llegamos a entender, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento. Sólo entonces podremos recibir la gracia de acercarnos unos a otros, con una verdadera contrición, dando y recibiendo el perdón verdadero. En esta difícil tarea de perdonar y tener paz, María siempre está presente para animarnos, para guiarnos, para mostrarnos el camino. De la misma manera que perdonó a los verdugos de su Hijo al pie de la cruz, y luego recibió su cuerpo exánime entre sus manos, así ahora quiere guiar al pueblo de Sri Lanka a una mayor reconciliación, para que el bálsamo del perdón y la misericordia de Dios proporcione una verdadera curación para todos».
»Por último, queremos pedir a María Madre que acompañe con su intercesión los esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y cingaleses, por reconstruir la unidad que se había perdido. Al igual que su imagen volvió a su santuario de Madhu después de la guerra, pedimos al Señor que todos sus hijos e hijas de Sri Lanka puedan volver ahora a la casa de Dios con un renovado espíritu de reconciliación y comunión».
»Queridos hermanos y hermanas, me siento feliz de estar con vosotros en la casa de María. Oremos unos por otros. Sobre todo, pidamos que este santuario sea siempre una casa de oración y un remanso de paz. Que, por intercesión de Nuestra Señora de Madhu, todos los hombres encuentren aquí el ánimo y la fuerza para construir un futuro de reconciliación, justicia y paz para todos los hijos de esta querida tierra. Amén».
Después de rezar el Padre Nuestra y de bendecir a la asamblea con la imagen de Nuestra Señora, el Papa aclamado nuevamente por la multitud recorrió en papamóvil el kilómetro y medio que lo separaba del helipuerto de Madhu desde donde regresó a Colombo.
Canonización de José Vaz, primer santo de Sri Lanka
Ciudad del Vaticano, 14 enero 2015 (VIS).-El Santo Padre se desplazó esta mañana de la nunciatura apostólica de Colombo al »Galle Face Green». Se trata de un parque urbano, en el corazón del barrio financiero de Colombo con una extensión de cinco hectáreas sobre el litoral del Océano Índico . Hace veinte años, un 15 de enero de 1995, san Juan Pablo II celebró en ese mismo lugar una santa Misa y proclamó beato a Joseph Vaz. Nada más llegar, Francisco cambió de coche, subiéndose al papamóvil para saludar a la multitud de fieles reunidos, más de medio millón de personas. Antes de acceder a la sacristía, el alcalde de la ciudad de Colombo saludó al Pontífice y le hizo entrega de las llaves de la ciudad.
A las 8.30, hora local , comenzó la Misa para la canonización del beato José Vaz, primer santo de Sri Lanka que nació en 1651 en Goa (India). Era hijo de Cristóvão Vaz y Maria de Miranda, devotos católicos, Su padre perteneció a una prominente familia Naik Goud Saraswat Brahmin de Sancoale, y José fue bautizado en el octavo día en la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Aprendió portugués y latín y posteriormente siguió el camino sacerdotal en el Oratorio de san Felipe Neri. En 1686 al saber que en la Isla de Ceilán, la actual Sri Lanka, en aquella época bajo el dominio de los calvinistas holandeses, no había sacerdotes católicos, viajó allí en veste de obrero, pero no consiguió evitar la vigilancia holandesa y fue encarcelado. En 1696 fue puesto en libertad y obtuvo el permiso de predicar el Evangelio en el reino de Kandy y clandestinamente en los territorios controlados por los holandeses. Tradujo con otro hermano oratoriano los más importantes textos cristianos en la lengua de Ceilán. Murió en 1711.
Recordando en la homilía, su figura, el Papa dijo :»Al igual que muchos misioneros en la historia de la Iglesia, él respondió al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos de todas las naciones. Con sus palabras, pero más aún, con el ejemplo de su vida, ha llevado al pueblo de este país a la fe que nos hace partícipes de »la herencia de los santos». En san José Vaz vemos un signo expléndido de la bondad y el amor de Dios para con el pueblo de Sri Lanka. Pero vemos también en él un estímulo para perseverar en el camino del Evangelio, para crecer en santidad, y para dar testimonio del mensaje evangélico de la reconciliación al que dedicó su vida».
San José Vaz »sigue siendo un modelo y un maestro por muchas razones, pero me gustaría centrarme en tres. En primer lugar, fue un sacerdote ejemplar. Hoy aquí, hay muchos sacerdotes y religiosos, hombres y mujeres que, al igual que José Vaz, están consagrados al servicio de Dios y del prójimo. Os animo a encontrar en san José Vaz una guía segura. Él nos enseña a salir a las periferias, para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes. Él es también un ejemplo de sufrimiento paciente a causa del Evangelio, de obediencia a los superiores, de solicitud amorosa para la Iglesia de Dios. Como nosotros, vivió en un período de transformación rápida y profunda; los católicos eran una minoría, y a menudo divididos entre sí; externamente sufrían hostilidad ocasional, incluso persecución. Sin embargo, y debido a que estaba constantemente unido al Señor crucificado en la oración, llegó a ser para todas las personas un icono viviente del amor misericordioso y reconciliador de Dios».
El nuevo santo, continuó Francisco »nos muestra la importancia de ir más allá de las divisiones religiosas en el servicio de la paz. Su amor indiviso a Dios lo abrió al amor del prójimo; sirvió a los necesitados, quienquiera que fueran y dondequiera que estuvieran. Su ejemplo sigue siendo hoy una fuente de inspiración para la Iglesia en Sri Lanka, que sirve con agrado y generosidad a todos los miembros de la sociedad. No hace distinción de raza, credo, tribu, condición social o religión, en el servicio que ofrece a través de sus escuelas, hospitales, clínicas, y muchas otras obras de caridad. Lo único que pide a cambio es libertad para llevar a cabo su misión. La libertad religiosa es un derecho humano fundamental. Toda persona debe ser libre, individualmente o en unión con otros, para buscar la verdad, y para expresar abiertamente sus convicciones religiosas, libre de intimidaciones y coacciones externas. Como la vida de san Joseph Vaz nos enseña, el verdadero culto a Dios no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos».
Por último, san José Vaz nos da »un ejemplo de celo misionero. A pesar de que llegó a Ceilán para ayudar y apoyar a la comunidad católica, en su caridad evangélica llegó a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera. San Joseph Vaz sabía cómo presentar la verdad y la belleza del Evangelio en un contexto multireligioso, con respeto, dedicación, perseverancia y humildad. Éste es también hoy el camino para los que siguen a Jesús. Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de san Joseph Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia, que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros.
»Pido al Señor que los cristianos de este país -concluyó Francisco- consiguiendo el ejemplo de san José Vaz, se mantengan firmes en la fe y contribuyan cada vez más a la paz, la justicia y la reconciliación en la sociedad de Sri Lanka. Esto es lo que el Señor quiere de vosotros. Esto es lo que san José Vaz os enseña. Esto es lo que la Iglesia necesita de vosotros. Os encomiendo a todos a la intercesión del nuevo santo, para que, en unión con la Iglesia extendida por todo el mundo, podáis cantar un canto nuevo al Señor y proclamar su gloria a todos los confines de la tierra. Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza. Amén».
Al finalizar la celebración eucarística el Papa entregó al cardenal Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, arzobispo de Colombo, una reproducción del »Sannas»,el decreto grabado en una tablilla de cobre, por el que el rey Keerthi Sri Rajasinghe de Kandy, autorizaba en 1694 al Padre Juan Sylveira de la Orden de San Felipe Neri y a sus compañeros a predicar el evangelio y construir iglesias en su reino y a los ceilandeses que lo deseasen a convertirse al cristianismo. El decreto original fue regalado por el entonces arzobispo de Colombo, Christopher Bonjero, OMI al papa León XIII. Por su parte, los fieles de Sri Lanka regalaron a Francisco 70.000 dólares para la caridad papal.