Richmond Nilo se preparaba para celebrar la Misa de la tarde en la capilla de un barrio cuando dos desconocidos le dispararon a través de una ventana. Con su muerte, hay casi los mismos sacerdotes asesinados en medio año que otras veces en todo un año
El asesinato del sacerdote filipino Richmond Nilo en la ciudad de Zaragoza (provincia de Nueva Ecija) es «un acto atrozmente malvado». Lo ha denunciado el presidente de la Conferencia Episcopal Filipina, monseñor Romulo Valles. «Apelamos una vez más a las autoridades policiales para que actúen con agilidad en la investigación, persigan a los perpetradores de este horrible crimen y los lleven ante la justicia».
El padre Nilo se encontraba cerca del altar en la capilla de Nuestra Señora de las Nieves, en el barrio de Mayamot. Se preparaba para preparar la Misa de las cinco de la tarde, cuando dos desconocidos le dispararon cuatro veces a través de una ventana. Poco después fueron vistos dándose a la fuga en un coche.
El padre Nilo, de 43 años, llevaba 17 de sacerdote. Era el párroco de San Vicente Ferrer, y también ecónomo de la diócesis de Cabanatuan. Al mismo tiempo, estaba muy implicado en la pastoral de sordomudos. Su pérdida es «irreparable» para la diócesis, afirmó su obispo, monseñor Sofronio Bancud.
Cultura de impunidad
«Condenamos su brutal asesinato y lo lloramos profundamente, así como la escalada de violencia y la cultura de impunidad en el país, incluso contra clérigos indefensos –añadió monseñor Bacud–. Matar a un sacerdote, por cualquier motivo, no es solo anticristiano e inhumano, sino también antifilipino». Ningún ser humano, prosiguió, merece ser asesinado con esa brutalidad, falta de respeto e impunidad.
Richmond Nilo es el tercer sacerdote filipino asesinado en seis meses, desde diciembre de 2017. El 4 de ese mes, también en Nueva Ecija, fue asesinado Marcelito Paez. Este sacerdote tenía 72 años y estaba jubilado. Su muerte se produjo cuando volvía de dejar con su familia a un hombre que había sido detenido por la policía y posteriormente puesto en libertad.
Y hace menos de dos meses, el 29 de abril, el sacerdote y activista contra la explotación minera Mark Ventura fuera tiroteado en un gimansio de Cagayan, después de celebrar Misa. Además, la semana pasada, el padre Rey Urmeneta, de San Miguel de Calamba (provincia de Laguna) y antiguo capellán de la policía, resultó gravemente herido por arma de fuego.
Se disparan los asesinatos en todo el mundo
El asesinato del padre Nilo confirma una preocupante tendencia, que hace temer que 2018 ostente un triste récord en el ámbito de la violencia contra sacerdotes. Los 18 sacerdotes asesinados desde comienzos de año se encuentran muy cerca de las 19 y las 20 víctimas mortales que dejaron respectivamente 2010 y 2013. Este año podrían alcanzarse, e incluso superarse, los 30 asesinados en 2009.
Los países con más sacerdotes asesinados son Nigeria, con seis, y México, con cinco. Filipinas ocupa el tercer lugar, con dos (puesto que Marcelito Paez murió en diciembre y no se incluye en esta estadísica), empatada con la República Centroafricana. Otros países en los que algún presbítero ha muerto de forma violenta son Malawi, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Colombia, El Salvador, India y Alemania.
María Martínez López
(Foto: CBCP News/Ilsa Reyes)