«Somos más padres los que deseamos adoptar que niños adoptables», dice María Crespí, que ha esperado un lustro tanto en la adopción nacional como internacional. Algunos retrasos podrían evitarse.
23 de abril 2023.- Lucas llegó a casa de María Crespí y su marido en 2015. El proceso arrancó en 2010, cuando decidieron adoptar en Etiopía. Los declararon idóneos en meses, pero su expediente tardó un año y medio en llegar al país. Pasaron, además, por el dolor de ver frustrada una primera asignación de dos hermanos porque el orfanato cerró. No quisieron empezar de cero en otro país. Poco después de recoger a Lucas, Etiopía se cerró a las adopciones internacionales.
Ese mismo 2015, se ofrecieron para adoptar en Madrid. Así llegó a su vida Inés… en 2020. Cinco años por proceso, porque «somos muchos más padres que deseamos adoptar que niños adoptables». Pero dos caminos muy diferentes. Para la adopción nacional, en Madrid, toda la espera dependía de su número de expediente, el 502. A diferencia de otras autonomías, que siempre aceptan ofrecimientos aunque luego haya que esperar años, esta comunidad solo mantiene abierta la lista de adopción especial —más de 6 años, hermanos, enfermedad o discapacidad—. Para el resto, abre la lista esporádicamente durante unas semanas; las más recientes, en 2015 y el año pasado.
Desde el Instituto del Menor y la Familia de la Comunidad de Madrid, explican que ante el número de ofrecimientos que suelen recibirse, en torno a 1.500 cada vez, y al número de adopciones que efectivamente se realizan cada año, entre 20 y 40, «se trata de no crear expectativas a las familias y atender de forma más eficaz sus ofrecimientos». Pero a María Alguero, también madre adoptiva, le parece injusto porque cuando alguien se plantea adoptar, «igual al abrirse la lista ya es demasiado mayor».
Cuando se acerca el turno de una familia, por su perfil y su número de expediente, psicólogos y trabajadores sociales de la entidad pública correspondiente los valoran y certifican su idoneidad. En adopción internacional, como los profesionales públicos priorizan a las familias de la nacional, la mayoría de padres recurre a profesionales privados, pagando. Y más de una vez, si la idoneidad caduca. Es uno de muchos gastos: el pago a un Organismo Acreditado para la Adopción Internacional (OAA) que medie con el país de origen del niño; traducciones juradas de la documentación, viajes y la estancia allí. A Crespí y su marido, que llegara Lucas les supuso unos 9.000 euros.
67,8 % menos adopciones internacionales (171) que en 2017. Ninguna se formalizó en China debido a la COVID-19.
675 adopciones nacionales en España en 2021, 62 de niños con discapacidad. Se ofrecieron 1.659 nuevas familias.
Ana María Linares, presidenta de la Coordinadora de Asociaciones de Adopción y de Acogimiento (CORA), explica que, mientras la adopción nacional se mantiene estable, «la internacional ha caído un 90 %» desde un boom en torno al año 2000. «Es una medida subsidiaria, cuando los países no pueden proteger a sus niños». Pero cada vez apuestan más por hacerse cargo ellos y «son más estrictos» para enviarlos fuera. Otras veces son los demás países los que los vetan por irregularidades. En cualquier caso, recuerda que «se buscan familias para los niños», no a la inversa, y que buena parte de las esperas son inevitables. Con todo, CORA sí ha pedido al Gobierno más rigor con los países de origen y los OAA —no todos son igual de diligentes— y «un listado único de expedientes» para cada país. Ahora, los OAA que trabajan con un país «los aceptan todos, porque es dinero, y los presentan» sin saber cuántos suma España ni si se ha superado el tope de ese país.
En cuanto a la adopción nacional Alguero, también adoptante, sugiere que, «de forma habitual» y no excepcional como ahora, se pudieran hacer ofrecimientos entre comunidades. Sí aplaude la decisión de la Comunidad de Madrid, que ante el elevado número de ofrecimientos recibidos el año pasado escribió a esas familias sugiriéndoles que se plantearan ofrecerse para acogimiento familiar en vez de para adopción, pues hay muchos más niños que aún mantienen algún contacto con sus padres biológicos pero están a la espera de una familia acogedora. Cerca de un centenar de familias mostró interés. «No sé si se podrían agilizar» los procesos, reconoce Crespí, aludiendo a ambos tipos de adopción. «Pero sí que se podría acompañar más a las familias», que pasan «años sin una llamada», y preguntándose «si tu hijo tendrá alguien que lo coja en brazos».
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega
Imagen: 0 María Crespí comparte la experiencia de su familia en @espacioadopcion, en Instagram.