Manos Unidas reúne en Madrid a tres de sus socios en la Amazonía, participantes además en el Sínodo que concluyó el domingo, para hablar sobre la defensa de los derechos humanos y el medio ambiente.
Tres de los expertos que participaron en el Sínodo para la Amazonía tomaron la palabra este martes en Madrid sobre la defensa de los derechos humanos y el medioambiente, fundamentalmente frente a las actividades extractivas. Los ponentes, invitados por Manos Unidas, son Pedro Sánchez, de la organización Iglesia y Minería; el sacerdote redentorista Alberto Franco, de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz en Colombia; y de Lucero Guillén, de Pastoral de la Tierra del Vicariato de Yurimaguas (Perú).
Los tres intervinientes, con los que Manos Unidas trabaja en defensa de los pueblos amazónicos, denunciaron cómo el extractivismo, ya sea de minerales o de petróleo, y la agricultura extensiva, de palma o soja, están produciendo un efecto devastador en las comunidades locales de esta región. Muchos han visto cómo sus tierras han quedado arrasadas, su agua contaminada y los peces que pescan incomibles por motivos sanitarios. «No hay un solo lugar de América Latina por donde haya pasado la minería sin dejar muerte, destrucción y pobreza», afirmó Pedro Sánchez.
Sánchez denunció que el río Amazonas recibe cada día unas 40 toneladas de mercurio que se utilizan para la extracción del oro, circunstancia que pone en peligro la biodiversidad de la zona –citó en concreto al delfín rosado–. Y añadió: «Un anillo de oro para una boda genera en torno a 20 toneladas de residuos». También hizo saber que en algunas regiones el 99 % de los niños menores de 6 años tienen grandes concentraciones de plomo en la sangre por causa de las minas a cielo abierto, el modelo más en boga en la actualidad.
Apeló, en este sentido, a una mayor conciencia social y dirigió su discurso a las autoridades de la Iglesia. Recordando las palabras de la líder indígena Patricia Gualinga en el aula sinodal, les pidió que dejen de invertir en energías fósiles, en petróleo y en minerales: «Sé que el Vaticano y muchas entidades de Iglesia invierten en energías fósiles, en minería… en estas industrias que matan. ¿Cómo pueden hablar ahora de defender la Amazonía? Desinviertan en estas energías». Sánchez puso como ejemplo de buenas prácticas las decisiones de desinversión que ya han tomado la Iglesia de Inglaterra (anglicana) y la Conferencia Episcopal de Austria.
«El mundo es uno solo»
Por su parte, el sacerdote redentorista Alberto Franco empezó su reflexión afirmando que hoy todo está conectado: «No podemos pensar que estamos lejos. El mundo es uno solo. O lo salvamos entre todos o lo acabamos entre todos». Asimismo, reconoció que todos los conflictos violentos tiene su raíz en intereses económicos y, en este sentido, añadió que «para las empresas es más barato corromper que actuar de forma legal».
Sobre la situación concreta de Colombia dijo que durante décadas se utilizó la violencia para desviar el foco de atención de otros conflictos y denunció que hay grupos políticos a los que les interesa que siga esta dinámica de confrontación: «Se dieron cuenta de que cuando bajó el conflicto, perdieron poder».
Completó el capítulo de intervenciones Lucero Guillén, misionera laica de los Misioneros de Jesús que desarrolla su labor como responsable de Pastoral de la Tierra en el vicariato apostólico de Yurimayas. Guillén lleva años trabajando para que se respeten los derechos de posesión de la tierra por parte de los indígenas, que ven amenazados ante la llegada de empresas de extracción de minerales, de plantación de palma, construcción de carreteras o hidrovías. Este trabajo lo hacen buscando que se reconozca legalmente que en esos territorios viven comunidades concretas –hasta ahora no aparecían en las mapas estatales–, de modo que se impida que el Gobierno los pueda ceder a empresas para la extracción de recursos por interés nacional.
Además, trabajan con estas comunidades amazónicas para capacitarlas en la agricultura agroforestal, que se integra perfectamente en un entorno como el amazónico, les sirve para alimentarse y también para vender.
Fran Otero
Foto: Manos Unidas