El problema no es tanto capitalismo o anticapitalismo, sino entronizar el crecimiento económico como el objetivo final de la economía.
El Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico (FCPEE) acaba de publicar su primer documento de trabajo. No hemos querido centrarnos en esta primera ocasión en un tema coyuntural, en hablar de cómo actuar en estos momentos o de las medidas que hay que tomar para afrontar desafíos a corto plazo. Por el contrario, hemos querido introducirnos en cuestiones que tienen más que ver con el largo plazo, con la organización económica, con el sistema en el que vivimos. El FCPEE ha querido apuntar alto, porque creemos que buscar y afrontar la raíz de los desafíos que la economía nos presenta en la actualidad es la mejor manera de aportar caminos reales de avance y de superación de los problemas más graves que nuestra manera de organizar la economía genera.
Ante el debate del siglo XX sobre si el sistema capitalista es o no el adecuado para organizar nuestros asuntos económicos, con tres posturas generales que buscan un capitalismo puro sin intervención estatal; otros que piensan que este solo se sustenta con una intervención estatal que palíe sus defectos, y un grupo último que se declara anticapitalista y presenta sistemas alternativos, nosotros hemos querido ido más allá. Porque creemos que el problema no es tanto de los instrumentos que utilizamos para organizar la economía, sino de hacia donde queremos dirigir esta. Porque existe un acuerdo entre estos tres sistemas de entronizar el crecimiento económico como el objetivo final de la economía y las tres maneras de entender la organización económica rivalizaban durante el siglo XX para ver cuál de ellas lograba un crecimiento mayor. El crecimiento económico se vive como el indiscutible Dios económico y todo se pone al servicio de él. Cualquier política será positiva para la economía si potencia el crecimiento y negativa para él si hace que este decrezca. El brexit, la cuestión catalana, la Unión Europea o cualquier otro evento político o económico se analizan bajo el prisma del crecimiento: si ayudan a que este se dé son buenas, si no, son negativas para la economía.
El crecimiento económico se comporta así como una utopía por tres motivos principales: nos ofrece un futuro mejor, ya que nos dice que cuando más tengamos mejor estaremos; nos muestra un camino que seguir que nos permite saber lo que está bien y lo que está mal según si sirve o no para potenciar el crecimiento; y es un objetivo que nunca se acaba de conseguir, cuando crezco un año, al año siguiente puedo seguir creciendo y así sin fin.
Pero las características del crecimiento económico se parecen más a una distopía que a una utopía, porque (entre otras cosas) tener más no significa necesariamente estar mejor, porque se potencia un egoísmo que es negativo para las personas y la sociedad, porque tener más entre todos no supone que todos tengan más y porque es imposible crecer indefinidamente con unos recursos escasos.
Necesitamos nuevos indicadores
Por estos y otros motivos que están razonados en el documento, creemos que el verdadero debate económico en este principio de siglo XXI no debe ser si capitalismo o no, si intervención o no del sector público, si estado de bienestar o no, sino sobre hacia donde queremos dirigir la economía, qué es lo deseable en economía. En el documento del foro abogamos por introducir esto en el debate para producir cambios de calado en el pensamiento y el desempeño económico. Y no nos limitamos a afirmar que debemos «repensar el objetivo económico» sino que aportamos cuál debería ser, a nuestro juicio, este objetivo alternativo que marque la reflexión futura de la economía. Dejar de buscar «tener más entre todos», dejar de medir la benignidad de la economía a partir de una medida agregada como es el PIB, para pasar a centrarnos en conseguir «que todos tienen lo suficiente». Es decir, medir el desempeño económico a través de indicadores que sigan el enfoque de la privación (propuesto por el PNUD), por el que una economía va mejor si genera un sistema de funcionamiento que logre por sí mismo que todas las personas alcancen unos ingresos dignos para vivir.
Para lograrlo no hay que poner en el centro la suma de lo que tenemos entre todos, sino cuánto tienen quienes menos tienen y si esto es suficiente para que puedan ser personas libres e integradas en nuestra sociedad. Creemos que la economía debe replantearse en esta dirección y para ello hemos elaborado este documento que estamos dispuestos a discutir con quienes lo quieran como nuestra aportación al pensamiento económico.
Enrique Lluch Frechina
Universidad CEU Cardenal Herrera
(Foto: José María Nieto)
[El informe completo, junto a más material, en la dirección
enriquelluchfrechina.wordpress.com/2018/01/29/repensar-el-objetivo-economico]