Tras el discurso a los diplomáticos en el que el Papa volvió a expresar su preocupación por el Mediterráneo, que describió como un cementerio a cielo abierto, el director del Instituto Católico del Mediterráneo de Marsella relata el trabajo de un grupo interreligioso de expertos y universitarios para pacificar los pueblos mediterráneos: «El diálogo es el lugar de Dios. La escucha, la acogida y la misericordia no son una utopía». En junio, una gran reunión en Palermo.
Ciudad del Vaticano, 10 de enero 2024.- El Mediterráneo, cementerio de miles de emigrantes que huyen de sus propias naciones en busca de un futuro mejor y espectador horrorizado de guerras y revoluciones ininterrumpidas por los pueblos que bordean sus orillas, debería transformarse más bien en «un laboratorio de paz, un lugar donde países y realidades diferentes se encuentren sobre la base de la humanidad que todos compartimos». El sueño sobre el Mare Nostrum que el Papa Francisco retomó en su discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede el 8 de enero, no debe considerarse un mero ejercicio retórico, sino un objetivo a alcanzar concretamente. Una posibilidad que no hay que descartar.
Manifiesto-guía
La prueba está en el trabajo que un grupo de teólogos de distintas religiones junto con expertos y académicos, todos ellos de las cinco orillas del Mediterráneo, llevan poniendo en marcha desde hace varios años y que se ha resumido en un Manifiesto para una teología del Mediterráneo presentado por primera vez en septiembre del año pasado, precisamente durante el viaje de Francisco a Marsella para clausurar los Rencontres Méditerranées. «El documento representa una cartografía útil para navegar por la teología de la acogida, la escucha, el diálogo y la misericordia», explica el padre Patrice Chocholski, director del Instituto Católico del Mediterráneo de Marsella, responsable de este proyecto tal vez único.
En el diálogo está Dios
El esfuerzo por acercar las religiones y culturas mediterráneas en el camino de la convivencia pacífica y la construcción de un futuro común parte de un supuesto, dice Chocholski: «Dios es diálogo y el diálogo es el lugar de Dios». Y el Mare Nostrum representa plenamente ese espacio, cuya vocación -como recordó el Papa Francisco durante su discurso a los embajadores- «no es ser una tumba, sino un lugar».
Redes de relaciones
Teólogos, expertos y académicos mediterráneos nunca han dejado de intercambiar puntos de vista, de tejer redes de relaciones, de esbozar teorías culturales que pronto podrían transformarse en prácticas. «Este año – entra en la cuestión Chocholski – decidimos tratar el tema de la paz, pensando también en distintos retos como la situación en el Líbano, la guerra en Oriente Medio, las dificultades de Egipto y Marruecos. La clave de interpretación es el Salmo 84 justicia y paz se besan. Pero hay que hacer una precisación: no basta con reflexionar sobre la paz, sino que hay que ir a la raíz de la paz». A finales del próximo mes de junio está previsto un encuentro en Palermo para hacer un balance y planificar las etapas de un nuevo compromiso de trabajo. de encuentro y enriquecimiento mutuo entre personas, pueblos y culturas».
FEDERICO PIANA
Imagen: El memorial dedicado a los migrantes en Marsella.