En el primero de los dos días de retiro que preludian la asamblea que comienza el 2 de octubre, el cardenal secretario general del Sínodo invita a los participantes a despojarse de «enfoques y esquemas» preconstituidos: confiemos este segundo encuentro a María, ella es el modelo de escucha que debe caracterizar los trabajos de las próximas semanas.
Ciudad del Vaticano, 30 de setiembre 2024.- El primer punto es la oración, sin la cual los cambios en la Iglesia son en realidad «cambios de grupo». Después, la encomienda a la Virgen, sin la cual la Iglesia «sería lo que desgraciadamente a muchos les parece ser: nada más que una organización». El cardenal Mario Grech combina en rápida secuencia dos citas de contenido similar -la primera del Papa, la segunda tomada de un documento de los obispos alemanes del ’79- para poner de manifiesto un sentido y un modelo a tener muy en cuenta en vísperas de la segunda asamblea sobre la sinodalidad que arranca pasado mañana.
En «terreno sagrado
El cardenal secretario general del Sínodo toma la palabra durante el primero de los dos retiros matinales en los que participan, hoy y mañana, los miembros de la segunda reunión sobre la sinodalidad. «El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo» y si no está “no habrá Sínodo” repite el cardenal en palabras de Francisco hace unos años. La conciencia debe ser la que tuvo Moisés ante la zarza ardiente, la humildad de saberse en «tierra santa».
Herencia indivisa
Moisés descalzándose, explica el cardenal Grech, es la imagen de un expolio que también están llamados a hacer los participantes en el Sínodo. «Nos despojamos«, dice, “de ”ropajes’, enfoques y patrones que ayer pudieron tener sentido, pero que hoy se han convertido en un lastre para la misión y ponen en peligro la credibilidad de la Iglesia (…) Debemos estar dispuestos a despojarnos, pues la escucha es una acción radical de despojarse ante el otro y ante Dios». Aunque venimos «de diversas Iglesias locales, todas con sus riquezas, todas con sus desafíos, todas comprometidas en la renovación y en la búsqueda de nuevos caminos y de un nuevo lenguaje para hablar de Jesús a los hombres y mujeres de hoy», en estos días, observa el secretario general del Sínodo, «estamos “sentados juntos” para preservar los bienes de la Iglesia a través de una herencia indivisa a compartir con todos, sin excluir a nadie».
María, acto constitutivo de la Iglesia
En esta perspectiva de compartir y de aceptación recíproca de puntos de vista y sensibilidades, madura la propuesta del cardenal Grech de confiar la segunda asamblea sinodal a la protección de la Virgen. «María es la Virgen que escucha, que acoge con fe la Palabra de Dios; y ésta era para ella la premisa y el camino de la maternidad divina»: en este caso la cita está tomada de la Marialis Cultus de Pablo VI y del documento de los obispos alemanes del 79 el cardenal Grech extrae un pasaje que se hace eco de lo que dijo el Papa Francisco hace dos días en el avión de regreso de Bélgica, durante la rueda de prensa con los periodistas, sobre el tema de la superioridad de la mujer en la Iglesia. La Madre de Jesús, dicen los obispos, «puso el verdadero acto constitutivo de la Iglesia; todo lo que vino después, el ministerio apostólico, los sacramentos, el envío en misión por el mundo, presupone este fundamento mariano».
El Rosario, oración del Sínodo
La esperanza del Secretario General del Sínodo es que la Asamblea sinodal que se inaugura sea esa «buena tierra en la que la Palabra de Dios pueda dar frutos abundantes». En este mes de octubre dedicado a María, la invitación es a rezar asiduamente el Rosario durante los trabajos sinodales». A todos los participantes se les entregará «una cuenta del Rosario, para que esta oración nos acompañe en el camino de estos días» a través de esa «rumia incesante sobre la Palabra de Dios» que propone el propio Rosario, «una invocación que no se cansa de “llamar” a la puerta». Los misterios de esta oración, observa el cardenal Grech, recorren la vida de Jesús y ayudan a ponerlo de nuevo en el centro y a «generarlo para el mundo». Con el Rosario aprendemos, como María, a ser discípulos y discípulas del Señor». Por eso, concluye el cardenal, «que la Asamblea Sinodal que hoy inicia su camino sea un Pentecostés renovado, para que el Evangelio de Jesús siga fecundando la vida de toda la humanidad y podamos ser una Iglesia sinodal y misionera».
ALESSANDRO DE CAROLIS