El deterioro de la isla enfrenta a los cubanos a «una cotidianidad para la que no se encuentra otra salida que la emigración, la demencia o el suicidio», apuntan desde Diario de Cuba.
16 de mayo 2024.- Son las doce de la mañana de un lunes nublado y sin turistas en el centro de La Habana. Los cubanos que normalmente están a la caza del extranjero para venderle lo que puedan tienen poco que hacer. Tres jóvenes, de unos 20 años, sentados apáticamente en la acera, son el escaparate de la miseria cubana. «Lo que tienes que hacer es buscar un trabajo», le espeta a uno de ellos un cubano ya envejecido que lleva un chaleco de aparcacoches estatal. «Tú estás delirando», contesta el aludido, «aquí no hay trabajo. Con este Gobierno ya no hay de nada». No hay comida, no hay trabajo; pero sí una inflación desbocada que ha ido erosionando a los ciudadanos. A esto se le suma el estrés que provocan los cortes de energía. En algunas zonas han llegado a tener solo cinco horas de electricidad al día. Una situación que ha llevado a los cubanos al límite, consiguiendo lo que antes parecía imposible: si hasta hace poco reinaba la cautela y no muchos se atrevían siquiera a murmurar contra el régimen por miedo a la represión, ahora el único consuelo es criticarlo abiertamente en la calle.
Raúl observa esta escena, pero prefiere no meterse. «La Habana se ha convertido en la capital de los locos. Vas por la calle y es lo único que ves. El estrés nos está convirtiendo en eso», asegura. «Imagínate cada mañana levantarte y tener que pensar en cómo vas a poder comer. Es lo único en lo que piensan los cubanos». Con 30 años, pasa los días en una cafetería de La Habana Vieja intentando captar clientes. Por un trabajo de cuatro horas diarias, sin librar ni un día, recibe 1.500 pesos, unos cinco euros al cambio. Con ese sueldo a duras penas sobrevive, por lo que nunca ha pensado en independizarse. Sin embargo, sí ha soñado con ello. Por las tardes compone canciones de reguetón y , a través de una VPN —una tecnología que protege su privacidad— para escapar de la censura, las sube a YouTube esperando triunfar. «Lo único que me salva es la esperanza de salir algún día de aquí con mi música. Si no me aferrase a eso, caería en una depresión como todos los demás. Cada vez hay más suicidios».
«El día a día es agónico»
Pocos son los datos oficiales disponibles sobre las «muertes por lesiones autoinfligidas», como las llama el Gobierno. Alfa y Omega solicitó las cifras a la Oficina Nacional de Estadística e Información, pero nunca obtuvo respuesta. Hace tan solo un mes el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, aseguró que el suicidio está entre las diez principales causas de muerte. La Habana se sitúa como una de las provincias con más incidencia, según el diario CubaNet; si bien también es la más poblada.
«El régimen esconde y maquilla sus estadísticas, pero puede decirse sin riesgo de error que una situación como la que se está viviendo en Cuba induce a la depresión y al suicidio en muchos casos», sostiene Antonio José Ponte, vicedirector del Diario de Cuba. «El día a día es agónico. Las condiciones de vida se han hecho más terribles en los últimos tiempos». Las aceras de La Habana están destruidas y las casas en ruinas. El icónico Malecón, donde los cubanos se reunían a tomar cervezas a ritmo de rumba, luce vacío. «Pocos se pueden permitir comprar una cerveza», asegura Raúl.
País
Población: 11,25 millones
Inflación: 33,17 % interanual en marzo
Emigración: 420.000 interceptados en la frontera con EE. UU. de enero de 2022 a octubre de 2023
Yanet, que ha vivido 24 años en la misma calle de La Habana Vieja, siente como si llevase puesta una careta de payaso. Cuando la miran pueden asumir que está alegre, pero detrás de esa máscara se esconde una realidad completamente distinta. «Yo no había oído hablar del suicidio hasta la pandemia», relata. «Cuando todo cerró y no había trabajo la situación comenzó a empeorar y, desde entonces, conozco ya a cuatro vecinos de mi barrio que se han suicidado».
El último estudio publicado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos asegura que el 88 % de quienes viven en Cuba se encuentra en pobreza extrema. Las colas de los que, libreta de racionamiento en mano, esperan para tener pan, llena la calle. La escasez de productos ha vaciado aún más sus neveras. «Pollo nos dan cuando hay… Este mes solo pan y huevos. Mira, esta es la casilla del pollo en la libreta, está vacía», afirma Miguel, de 50 años, que vive con su pareja, su madre y sus hijos en La Habana Vieja.
El sistema de salud se ha venido abajo y no puede lidiar con las consecuencias del brutal deterioro de la isla. «Faltan médicos, enfermeras; las instalaciones y el equipamiento están en ruinas. Y en las farmacias se hace difícil encontrar hasta aspirinas», apunta el vicedirector del Diario de Cuba. «Aun si puedes conseguir fármacos y un especialista, tienes que encarar una cotidianidad para la que no se encuentra otra salida que la emigración, la demencia o el suicidio».
LAURA LLACH
Alfa y Omega