El 18 de julio se cumple el VII Centenario de la distinción de la Iglesia diocesana de Zaragoza como sede metropolitana. Dentro de los actos preparativos para esta efeméride y en el contexto del programa de puertas abiertas San Valero, de par en par, contemplado por la programación pastoral, el historiador y director del Archivo diocesano, el profesor Juan Ramón Royo, ha realizado una selección de las fechas más significativas de estos 700 años
1318: Zaragoza es elevada a archidiócesis por Juan XXII, dejando de ser sufragánea de Tarragona. La provincia eclesiástica abarcará Huesca, Tarazona, Segorbe-Albarracín, Calahorra y La Calzada y Pamplona hasta la reorganización producida en tiempos de Felipe II (1574). El primer arzobispo fue Pedro López de Luna, que era obispo desde el año anterior y muerto en 1345. Su segundo sucesor, Guillermo de Agrifolio (1347-1350) fue el primer arzobispo que acabó siendo cardenal.
1412: Compromiso de Caspe. La elección de Fernando I introduce la casa de Trastámara en Aragón. Su elección fue posibilitada por los consejeros aragoneses, dos de ellos diocesanos: el alcañizano Domingo Ram, entonces obispo de Huesca, que había sido prior de la colegiata de Alcañiz y del cabildo de la Seo (+1445 en Roma) y el cartujo turolense Francés de Aranda, creador de la Pía Limosna (+1441).
1577: Creación de la diócesis de Teruel, con territorio segregado de Zaragoza. Su primer obispo, Andrés Santos, fue luego arzobispo de Zaragoza y en ambos lugares tomó medidas (sínodos y visitas pastorales) en la línea del Concilio de Trento. No hubo cambios significativos en los límites diocesanos hasta 1955.
1642: La Virgen del Pilar es nombrada patrona de Zaragoza. El siglo XVII coincidió con un gran desarrollo de su devoción, con el milagro de Calanda (1640, reconocido por el arzobispo Apaolaza al año siguiente), su elevación a patrona de Aragón (1678) y la construcción del templo actual partir de 1681.
1788: Creación del Seminario Conciliar de San Valero y San Braulio por el arzobispo Lezo y Palomeque. La expulsión de los jesuitas (1767) tuvo como consecuencia que se pudiese crear este centro en lo que había sido el Colegio del Padre Eterno, 225 años después que lo hubiese dispuesto el Concilio de Trento.
1808-1809: Los sitios de Zaragoza. La resistencia patriótica frente al invasor francés contó con el apoyo del clero parroquial (como José Martínez, de San Miguel de los Navarros) y de los religiosos, como los escolapios Sas y Boggiero, fusilados por los franceses, contrastando con el afrancesamiento del arzobispo y del obispo auxiliar. Destacó el heroísmo de caridad de la beata María Rafols, que en 1804 había fundado en el Hospital de Gracia de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Numerosos edificios religiosos quedaron destruidos, como el convento de San Francisco y el monasterio de Santa Engracia.
1923: Asesinato del arzobispo Soldevila a manos de los anarquistas. Arzobispo desde 1902, realizó una gran actividad, apoyando el catolicismo social –creación de la CAI, en 1907, por ejemplo–. Fue nombrado cardenal en 1919. Su muerte se produjo en un contexto de violencia sociopolítica que llevaría meses después a la dictadura de Primo de Rivera. Más grave fue la persecución religiosa desencadenada durante la guerra civil de 1936-1939 en la parte oriental de la diócesis bajo dominio republicano, con el asesinato de sacerdotes, religiosos y seglares (algunos ya elevados a los altares) y la destrucción de un importante patrimonio histórico-artístico.
Iglesia en Aragón
Vista de la basílica de Santa María del Pilar en Zaragoza. (Foto: María Pazos Carretero)
Partida de Bautismo del general Palafox, figura clave en la Defensa de Zaragoza. (Foto: Iglesia en Aragón)
Tabla gótica de san Valero, entre san Vicente y san Lorenzo. (Foto: Iglesia en Aragón)
Episodio de la defensa de Zaragoza frente a los franceses, pintado por Federico Jiménez Nicanor
(Foto: Museo de Bellas Artes de Zaragoza)
Servir al pueblo de Aragón
Nuestra Iglesia particular de Zaragoza está hecha de siglos. Se abrió a la fe ya desde la época romana, a través de la predicación de Santiago. Es una diócesis apostólica. Una venerable tradición refiere que la Virgen María vino en carne mortal a Zaragoza a confortar al apóstol. Desde entonces, es una diócesis eminentemente mariana, que tiene en la Sagrada Columna o Pilar el testimonio fehaciente de la presencia de María en medio de nuestro pueblo. Diócesis martirial desde tiempos de san Valero, nuestro patrón, y santa Engracia.
Una diócesis que pasó de Obispado a Arzobispado, en el año 1318: estamos en el VII centenario de la erección de la Sede Metropolitana de Zaragoza. Una diócesis con fuerte impronta eucarística, especialmente por el milagro de los Corporales de Daroca. Nuestra diócesis ha caminado movida por el Espíritu, abierta a los signos de los tiempos, sobre todo después del Concilio Vaticano II. En nuestros días tenemos un Plan Diocesano de Pastoral 2015-2020, en clave de conversión pastoral y misionera, en sintonía y comunión con el momento que vive la Iglesia, guiada por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco.
Él es quien, en Evangelii gaudium y en su constante magisterio y gestos, está insistiendo en edificar una Iglesia de puertas abiertas: «Todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio». Nosotros asumimos este reto evangelizador, con el objetivo de servir a todas las gentes de Aragón.
Ojalá podamos cumplir con el deseo del beato Pablo VI en 1972: «Cada uno debe sentirse feliz de pertenecer a la propia diócesis. Cada uno puede decir de la propia Iglesia local: aquí Cristo me ha esperado. Aquí lo he encontrado y aquí pertenezco a su Cuerpo Místico».
Lo lograremos con María, que nos dejó el Pilar como signo de su presencia y alienta esta nueva etapa evangelizadora de nuestra Iglesia diocesana de Zaragoza.
Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
Imagen de la Virgen del Pilar en la basílica del mismo nombre, en Zaragoza
(Foto: Ruta Mariana)