En Ginebra, Monseñor Balestrero reitera que «la guerra es siempre una derrota» y que las naciones deben «promover la paz y la estabilidad». Llamamiento a adherirse y respetar la Convención sobre las municiones en racimo.
12 de septiembre 2024.- Ante la escalada de conflictos, como en Ucrania y Gaza, la Santa Sede reitera con firmeza que la guerra es siempre una derrota para todos. Monseñor Ettore Balestrero, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, interviniendo en la 57ª Sesión Ordinaria del Consejo de Derechos Humanos, ayer 11 de septiembre en Ginebra, invita a recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos «sirve de brújula moral». Sin embargo, a pesar de que el «derecho internacional humanitario» es fundamental «para salvaguardar la dignidad humana», sus violaciones siguen causando sufrimiento, exacerbando las crisis humanitarias, socavando el Estado de derecho y favoreciendo la impunidad. En un momento en el que «la discriminación, el acoso y la violencia van en aumento y muchas comunidades religiosas, en particular los cristianos, están en el punto de mira», Balestrero habla de la necesidad de «ampliar vías seguras y regulares para refugiados y migrantes». Los Estados, insiste, «tienen la obligación positiva de promover un entorno que fomente la libertad de religión, de creencias y de conciencia», por lo que deben promover la fraternidad humana, dialogando y escuchando, especialmente a los más pobres y menos poderosos, con el objetivo de «proteger la dignidad humana, fomentar la fraternidad humana y promover la paz y la estabilidad».
Preocupación por las bombas de racimo
El Observador de la Santa Sede había expresado previamente la preocupación del Vaticano por la producción, el almacenamiento, el traslado y el uso en conflictos armados de municiones de racimo durante la 12ª Reunión de los Estados Parte de la Convención sobre Municiones de Racimo, también en Ginebra, el 10 de septiembre, insistiendo en la necesidad de considerar los tratados de desarme como «compromisos morales con las generaciones presentes y futuras». A continuación, Balestrero reafirmó la importancia de la Convención sobre Municiones en Racimo, indicando que reafirmar y respetar el derecho internacional y los acuerdos internacionales sobre desarme no es debilidad, sino «una noble fuente de fortaleza y responsabilidad hacia toda la humanidad». Ante la retirada de los Estados Parte, la Santa Sede expresa su profunda preocupación y hace un llamamiento a las naciones para que se adhieran a la Convención, cuya universalización debe considerarse una «obligación legal».
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