A este hombre de falsas pretensiones segovianas y fatua vitola de estadista o bien le ha engañado Iván Redondo o bien se ha puesto de Ribera del Duero hasta el quinto cogote. Óscar Sandokán López se presenta a sí mismo como si fuera un Kennedy cualquiera cuando bien analizada su trayectoria política la primera y principal conclusión es que, exceptuando la capacidad para estar siempre a favor del que manda, el fracaso es lo más subrayable.
Dice, por ejemplo, que conoce bien las técnicas de la derecha y que se va a divertir en la nueva andadura política que tiene por delante. Hombre, diviértase si ése es todo su programa, pero con su dinero, no con el del contribuyente, aunque bien mirada su historia política siempre ha chapoteado en ese charco. No se le conoce nada en la sociedad civil, en la empresa privada, que es donde se comprueba en toda su extensión valor y precio.
Es, actualmente, junto con su pelotilleado y amadísimo jefe, el dirigente político que más ejercita las formas y maneras de lo que él denomina como «fachosfera». ¿Acaso no se escucha en los videos donde aparece un rotundo muchacho más parecido a un miembro de las juventudes de otros tiempos y latitudes que un político con formas democráticas al uso? He conocido a muchos políticos arrogantes y prepotentes con el poder en la mano; ninguno llegó a nada, ni se aseguran un lugar en el Arconte de Atenas. Me temo que este señor López es uno más entre aquellos que estiman que son de verdad. ¡Ojalá que el columnista tenga que rectificar!
No seré yo el que le recuerde su gran agujero negro de Ponferrada. Estaba presente el que suscribe cuando Alfredo Pérez Rubalcaba fue informado de su pacto con Ismael Álvarez porque necesitaba imperiosamente una victoria en clave de poder después de que fuera arrasado (15 puntos de diferencia cuando la Gürtel estaba en todo su vigor) por el castellano leonés Juan Vicente Herrera. Tampoco parece que los dígitos cosechados en Segovia en las elecciones generales de 2011 le situaran como un estadista sin par, que es lo que cree de sí mismo. Nadie podrá negar, sin embargo, su habilidad para estar siempre en lugares palaciegos subido en coche oficial por cuenta de otros.
Dispongo, igualmente, de pareceres de empleados y trabajadores de la empresa nacional Paradores, que utilizó para repartir prebendas entre sus hooligans políticos y personales y, en cualquier caso, dejó la emblemática empresa pública peor de lo que la encontró.
Si realmente está tan seguro de que en la próxima ocasión los ciudadanos madrileños le concederán sus favores en forma de votos, ¿qué problema tiene para bajarse del pedestal (ministro de Transformación Digital que le queda grande) y del presupuesto público para enfrentar en buena y democrática lucha para desalojar a la «sucia» Isabel Díaz Ayuso?
Imagino que no ha llegado a su nueva ambición para «divertirse». Sería entonces más barato para el contribuyente regalarle un pase permanente en el madrileño Parque de Atracciones.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 7.12.2024