“Sub Regula Augustini” es el tema del encuentro internacional que se desarrolla en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma. Más de un centenar de expertos, eruditos, religiosos, religiosas y monjas de todo el mundo se reunieron este lunes para reflexionar sobre la influencia del pensamiento agustiniano a lo largo de los siglos. Se destaca la constante referencia de los últimos Pontífices al Padre de la Iglesia, para proponerlo como un maestro cuyo testimonio sigue siendo válido.
Ciudad del Vaticano, 22 de noviembre 2024.- Son más de un centenar de expertos, estudiosos, religiosos, religiosas, religiosas y laicos de diferentes países del mundo los que participan en el congreso internacional “Sub Regula Augustini. La recepción en el orden de la figura y doctrina de san Agustín sobre la vida religiosa a lo largo de la historia”, en el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum de Roma. Promovido por la Comisión Internacional para el Pontificio Instituto Patrístico y de Estudios Agustinos, en colaboración con el Instituto Histórico Agustiniano, el evento, que comenzó el pasado lunes, finaliza este 22 de noviembre, con una visita a la ciudad de Viterbo. Donde se hace una parada en el convento renacentista de los Agustinos, que posee un magnífico claustro con frescos con historias del Obispo de Hipona y episodios bíblicos, y en la iglesia de la Santísima Trinidad. La tarde de este jueves, tuvo lugar una celebración litúrgica en la basílica de San Agostino de Campo Marzio. El miércoles por la mañana los participantes acudieron a la plaza de San Pedro para asistir a la audiencia general del Papa Francisco, quien los saludó.
San Agustín, maestro para nuestro tiempo
El religioso agustino Kolawole Chabi dedicó un discurso a la influencia de san Agustín en el magisterio de los últimos Papas, destacando la referencia constante de los últimos Pontífices en encíclicas, discursos y homilías, al legado agustiniano. Proponer al Obispo de Hipona «también para nuestro tiempo como un maestro», cuya visión de la fe y de la razón y de la búsqueda constante de Dios siguen siendo válidas en la Iglesia contemporánea. A partir de Pío XI, el estudioso mencionó la encíclica Ad Salutem humani, que subraya la influencia duradera de los escritos del gran Padre de la Iglesia en la teología cristiana, la filosofía y la cultura occidental. Pío XII, en cambio, reconoció al Obispo de Hipona como un guía espiritual e intelectual, alabando, en particular, su capacidad para articular claramente cuestiones morales y teológicas y responder a los desafíos de su tiempo con sabiduría y profundidad. El padre Chabi habló también de cómo Juan XXIII encontró en san Agustín un ejemplo de apertura, de conversión y de búsqueda incesante de la verdad y recordó que Pablo VI era tan querido por la difusión del pensamiento agustiniano, hasta el punto de que quiso inaugurarlo personalmente el 4 de mayo 1970, el Agustiniano. Incluso Juan Pablo II elogió la profundidad intelectual y espiritual del Obispo de Hipona, «considerándolo alguien que tiene algo que ofrecer a cada ser humano de nuestro tiempo». Luego, son innumerables las citas agustinianas de Benedicto XVI, quien “tenía una especial admiración por san Agustín”; precisamente en Ratzinger «surge una fe que no teme el diálogo con la cultura y la filosofía contemporáneas, siguiendo el ejemplo de san Agustín, que quiso comprender la fe a través del intelecto», prosiguió el religioso, recordando también la primera encíclica Deus caritas est, en el que el Pontífice alemán afirma que debe mucho al pensamiento de san Agustín.
Citas del Papa Francisco
Finalmente, el padre Chabi señaló que el Papa Francisco también se refiere a Agustín en varias ocasiones. Como por ejemplo el 15 de septiembre de 2022, en el vuelo de Nur-Sultán de regreso a Roma, al final de la visita apostólica a Kazajstán, cuando nos instó a «leer el comentario de san Agustín sobre los pastores (Discurso 46)», añadiendo que “si falta el corazón del pastor, ninguna pastoral funciona”. E incluso en la reciente carta encíclica Dilexit nos Francisco menciona cuatro veces al doctor de la Gracia. En particular, en el párrafo 103, señala que Agustín «abrió el camino a la devoción al Sagrado Corazón como lugar de encuentro personal con el Señor», precisando que para él «el pecho de Cristo no es sólo fuente de gracia y sacramentos», sino también “el origen de la más preciosa sabiduría, que es la de conocerlo”.
La espiritualidad agustiniana en diferentes formas de vida
Durante los trabajos del Congreso se dio amplio espacio a las informaciones sobre la influencia del gran padre de la Iglesia en el monaquismo, en las órdenes religiosas y en las familias que viven según su regla. Pero lo que también se exploró en profundidad fue la iconografía del Obispo de Hipona y su impacto en la espiritualidad agustiniana a través de los siglos. Se dio espacio, también a la hagiografía agustiniana masculina, a la santidad y misticismo en la mujer, y también al movimiento femenino agustiniano, a las congregaciones de vida apostólica agregadas a la Orden de San Agustín y a la relación con los laicos, y también a la presencia del doctor de la Gracia en el reciente magisterio de la Iglesia. Y ayer por la tarde el padre Rocco Ronzani, prefecto del Archivo Apostólico Vaticano, se centró en los laicos y la espiritualidad agustiniana dentro de la vida y los apostolados de la Orden. El padre Ronzani explicó que la relación con los laicos en la orden agustiniana, ya que ésta nació «en el proceso de reforma y de renovada evangelización de la sociedad europea medieval», se desarrolló en el origen de la propia orden mendicante. En efecto, «algunos de los grupos religiosos» que allí convergieron, «entre 1244 y 1256, habían surgido también del deseo de numerosos laicos de llevar una vida verdaderamente apostólica».
Las formas de colaboración de los laicos
Había varias formas de colaboración de los laicos en la familia religiosa agustiniana, dijo el padre Ronzani, pero al menos tres eran «de participación en la vida y en el apostolado de la orden, desde sus orígenes». La primera, la oblación, podía implicar la inclusión en las comunidades de los frailes o que el laico llevara una vida exterior. Fueron precisamente los oblatos externos, entonces institucionalmente reunidos en grupos «que de alguna manera reflejaban la vida de las comunidades religiosas y prolongaban su experiencia en el mundo secular», los que dieron origen a la Tercera Orden, con «hombres y mujeres laicos que dirigían no sólo vida ascética sino también vida común», que en algunos casos fueron el «primer núcleo de los institutos religiosos que surgieron en la época moderna y contemporánea y estuvieron adscritos a la orden». Aunque, añadió la religiosa agustina, «no es raro que grupos de mujeres, oblatas y terciarias, a través de procesos a veces complejos, se transformaran en verdaderos monasterios de vida contemplativa». El tercer y último grupo laico fue el de las cofradías vinculadas al culto, especialmente de la Virgen María y los santos de la Orden.
TIZIANI CAMPISI