La novedad sobre la participación rusa en el proceso golpista catalán de 2017 estriba en el hecho de que un juez valiente y en ejercicio ha tabulado strictu sensu y con precisión todo aquello.
Los informes periodísticos de antaño, entre otros, daban buena cuenta de la Putin connection y vinculaban las cloacas de Puigdemont & Cía con el Kremlin cuyo principal objetivo era desestabilizar la Unión Europea utilizando una minoría secesionista catalana que, sin embargo, estaba en el poder autonómico y quería romper la nación que todavía es la cuarta potencia de la UE.
Los datos de la instrucción judicial apuntan, en efecto, que los golpistas catalanes negociaron el apoyo financiero y militar de una gran potencia extranjera como es la Rusia del sátrapa Putin, con el objetivo básico de atacar la democracia española y, de paso, desestabilizar al conjunto de la Unión Europea tras la prevista y posterior invasión de Ucrania.
Todas las informaciones recabadas por los distintos servicios de Información e Inteligencia concluyen que todo esto no es un relato de mentes calenturientas, sino una realidad descriptible y demostrable. Recordará el lector que un tal Torra que sustituyó al corrupto Mas al frente de la Generalitat arengaba a los terroristas de los CDR al grito de «¡apreteu, apreteu!» cuando incendiaban calles, asaltaban comercios y cortaban las vías del tren. Sabía que tenía detrás a Vladimir Putin, o al menos los rusos así lo habían prometido.
Por encima de los permanentes vuelos gallináceos a los que los golpistas independentistas nos tienen acostumbrados, los hechos investigados (todavía no sustanciados definitivamente en legajos judiciales) reflejan la «alta traición» perpetrada contra España y contra su Estado democrático. Pero no sólo es una traición de libro contra su país, que lo es, les guste o no. Esa pretensión de buscar el apoyo de un régimen asesino y antieuropeo como el putiniano y, de paso, con ajustadas conexiones con la ultraderecha nazi alemana y la fascista italiana, representa otra traición a la Europa libre y democrática en la que intentan buscar amparo. Y en ocasiones lo consiguen.
De modo y manera, mis queridos amigos, que el problema ya no es sólo de España; no. El problema es de Europa y estamos esperando que diga algo. Habla, Europa.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 3.2.2024.