El Subsecretario del Sínodo de los Obispos, Monseñor Luis Marín de San Martín, y el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, comparten su experiencia en la mitad de la segunda sesión, trazan las perspectivas y esbozan los desafíos para la próxima fase.
Ciudad del Vaticano, 18 de octubre 2024.- El Sínodo de los Obispos en curso concluye el próximo domingo 27 de octubre, pero la sinodalidad continúa, pues es el estilo mismo de ser Iglesia. Esta aclaración fundamental planteada por Monseñor Luis Marín de San Martín, Subsecretario del Sínodo, ayuda a comprender la esencia del camino que se está recorriendo.
En declaraciones al margen del briefing en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el religioso agustino explica que la segunda sesión, que finaliza el 27 de octubre, concluirá con un documento, donde se recogerán propuestas que se presentarán al Santo Padre. A partir de estas, con la debida aprobación del Romano Pontífice, se evaluará cómo concretar y dinamizar la sinodalidad en la Iglesia.
“La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, es siempre sinodal, como es siempre misionera,
es siempre comunión, siempre. Todo lo que sea Iglesia es sinodal.”
El Subsecretario manifiesta su emoción de estar viviendo un «momento extraordinario», de gran importancia, abierto a la renovación y a la esperanza. «El Sínodo no hace referencia a una Iglesia cerrada en sí misma, temerosa, que se coloca a la defensiva frente al mundo, sino todo lo contrario: entusiasta, dinámica, evangelizadora, misionera, que lleva el mensaje cristiano y el Evangelio a la realidad de nuestro mundo», asegura el consagrado español.
La fe de los latinoamericanos está habituada a vivir en adversidad
También el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien intervino en la conferencia de prensa, se hace eco de la experiencia sinodal en Latinoamérica y el Caribe. El purpurado, creado durante el consistorio público ordinario del 30 de septiembre de 2023, considera que:
“La esperanza se ha convertido en el hacer y en el modo de ser de la Iglesia misionera que peregrina en América Latina, en una de sus fuerzas mayores, porque está habituada la fe de los latinoamericanos a vivir en adversidad, en dificultades de pobreza, en dificultades de violencia, de exclusión.”
Rueda elogia el camino recorrido por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) y la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) como instancias privilegiadas en la evangelización. También destaca la Asamblea Eclesial, celebrada en 2021 en Ciudad de México, como un espacio en el que se aprendió a vivir la espiritualidad de la sinodalidad. «Hubo un trabajo muy rico de escucha, descubriendo las voces del Espíritu Santo en medio de los pobres, de la violencia», añade.
Asimismo, valora la unidad de la Conferencia Episcopal que integra en su país, un aspecto que describe como «una gran ventaja» gracias a la capacidad de escucha y servicio. Una fraternidad episcopal que, según profundiza, repercute en bien de la unidad de las Iglesias particulares, y además las provincias eclesiásticas han permitido que pequeños grupos de jurisdicciones y diócesis se organicen, acompañen, animen en la esperanza y en la misión.
Rueda revela que están avanzando en encontrarse con la vida consagrada (femenina y masculina) así como en ampliar los lazos de comunión y de diálogo con los laicos. A su vez, extiende su gratitud a los hombres y las mujeres de la vida consagrada contemplativa, «que están en monasterios de todos los continentes orando y pidiendo que el Espíritu Santo obre en nosotros».
SEBASTIÁN SANSÓN FERRARI