Eugenio Pacelli optó por una resistencia oculta para salvar de los nazis al mayor número de personas, como aseguran dos nuevos libros sobre el Papa que escondió a miles de judíos en conventos de Roma.
15 de enero 2023.- Sobre el Papa Eugenio Pacelli ha caído la sospecha de complicidad con las atrocidades nazis durante la Segunda Guerra Mundial, tanto en el desencadenamiento de la contienda como en el extermino programado de los judíos en toda Europa. Sin embargo, esta acusación es «históricamente falsa», explica Vicente Cárcel Ortí. El historiador valenciano ha escrito sobre Pío XII una trilogía que inicia con la publicación de Pío XII (1939-1958). El Papa defensor y salvador de los judíos.
De Pacelli «se ha dicho continuamente una mentira que no por mucho repetirse se convierte en verdad», afirma categóricamente. Más bien al contrario, durante el auge del movimiento nazi en Alemania, hizo de secretario y colaborador del Papa Pío XI «mientras escribía sus grandes encíclicas contra el nazismo». Más adelante, cuando sonaban ya los tambores de guerra en todo el continente, «trató de evitarla por todos los medios». «Una semana antes, convocó a todos los embajadores de Europa central para preservar la paz, y cuando se declaró la guerra no dejó de pedir su final en cualquier ocasión que tuvo, en público y en privado», asegura Cárcel Ortí.
La otra controversia es su posición ante el creciente hostigamiento contra el pueblo judío, que acabaría en el Holocausto. «El Papa tenía ante sí dos opciones —explica el historiador valenciano—: una denuncia pública que habría incrementado la persecución, no solo contra los judíos, sino también contra los católicos, o una resistencia oculta para salvar al máximo número de personas, que fue finalmente lo que eligió».
De hecho, «cuando hablaba en contra de Hitler se intensificaba la persecución», aclara Cárcel Ortí, que desvela que incluso los obispos holandeses llegaron a pedirle que no se manifestara más, «porque los nazis se llevaban no solo a los judíos, sino también a los cristianos, como pasó con Edith Stein, por ejemplo».
La gran acusación contra Eugenio Pacelli de guardar silencio en unos años en los que Europa entera gritaba de dolor es abordada también por otro historiador de renombre, Andrea Riccardi, en su nuevo libro, La guerra del silenzio, de momento solo en italiano. En entrevista con el Corriere della Sera, Riccardi dice que el Papa «era el primero en utilizar esa palabra: silencio», pero hay que tener en cuenta que «hay una historia que no se encuentra en los archivos», la de un Pontífice que «tenía miedo de contrariar al ocupante». «Él era diplomático y siempre quiso mantener abierta una vía de mediación. Pero, sin él, el Vaticano nunca podría haber organizado la red de protección para judíos y antifascistas» que desplegó en esos años, continúa.
Tanto Riccardi como Cárcel Ortí ofrecen multitud de datos que corroboran sus actuaciones, desde la gran cantidad de seminarios, conventos y parroquias que ofrecieron protección a los judíos en toda Europa, hasta el oro que Pío XII quiso dar a los alemanes para evitar en 1943 la redada de judíos en el gueto de Roma. «El Papa trabajó siempre en silencio para protegerlos», y lo hizo así «para evitar problemas mayores», asegura el historiador italiano. «Él intentó salvar al mayor número posible, por encima de cómo pudieran juzgarle después o qué pudieran decir de él», apostilla Cárcel Ortí. Como obispo de Roma, llenó de judíos conventos y comunidades de la ciudad, y lo mismo hizo en las universidades Gregoriana y Lateranense. «Eso está documentadísimo», atestigua el historiador valenciano.
Un diplomático finísimo
La apertura de los archivos vaticanos correspondientes a esta época ha descubierto las cartas de agradecimiento de miles de judíos que salvaron la vida gracias a Eugenio Pacelli. Y una personalidad de referencia en el Israel de la posguerra como fue Golda Meier reconoció entonces que «cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó a favor de las víctimas».
«Pío XII hizo mucho más por los judíos que la Cruz Roja o que cualquier asociación o gobierno de la época», asevera Cárcel Ortí. Sin embargo, toda esta labor no se divulgó tras la guerra, «porque el Pontífice quería que se consolidara la democracia en todas esas naciones que se estaban reconstruyendo». «Era un diplomático finísimo y sabía que cualquier palabra suya podría ser malinterpretada y causar daño», añade. Que haya sido muy discreto a la hora de hablar «no empaña toda la labor que realizó». El problema surgió al morir toda esa generación que se benefició de su valor, pues «su trabajo se fue olvidando poco a poco». «Pero fue el mayor protector y salvador de los judíos en esos años, un gigante en los años más difíciles de Europa», concluye.
JUAN LUIS VÁZQUEZ DÍAZ- MAYORDOMO
Alfa y Omega
Imagen: El Papa Pacelli en el Vaticano el 15 de marzo de 1949.
(Foto: CNS).