La nueva administradora general de la Conferencia Episcopal pide no caer «en la discriminación positiva» con las mujeres. ¿Su programa para el cargo? «Coherencia moral y no perder el buen humor».
¿La responsabilidad familiar —el hecho de ser madre por partida doble— cuenta como bagaje para el cargo de administradora general de la Conferencia Episcopal?
La familia es un bagaje para muchas cosas, es una escuela de vida. No cabe duda de que gestionar el día a día da un aprendizaje de lo más completo, tanto para presupuestos como para los recursos humanos. Solo espero que en la CEE sean algo más obedientes que mis hijos [sonríe]. Siempre he dicho que a un país le iría fenomenal con una madre de familia numerosa como presidenta o ministra de Economía.
¿Cómo valora que una mujer, usted misma, sea la nueva administradora general de la CEE? No sé si en el pasado remoto la hubo. ¿Es significativo que una mujer ocupe este cargo?
Creo que no existió este puesto antes, se introdujo en el Reglamento de Ordenación Económica en el año 1984, pero no se había hecho efectivo como tal hasta ahora. En cuanto a ser mujer, es anecdótico. Creo que lo importante es si uno vale o no para el puesto. Me incorporo además en un escalafón en el que ya hay mujeres —directoras de comisiones— haciendo un trabajo increíble. No es algo nuevo en la CEE.
En un viaje a Bélgica y Luxemburgo el Papa afirmó que «las mujeres entran al Vaticano con roles de alta responsabilidad: continuaremos por este camino. Las cosas funcionan mejor que antes». ¿Cómo ve el impulso de Francisco al papel de la mujer en la Iglesia?
En el mismo sentido que la pregunta anterior: me parece más importante que las personas que ocupen puestos de responsabilidad sean las mejores para lo que tienen que hacer, independientemente de que sean hombres o mujeres. La mujer siempre ha sido capaz de muchas cosas, y lo fantástico es que ahora se reconozca. Si el Papa lo impulsa, bienvenido sea, porque arrastrará a la Iglesia en ese sentido; pero siempre por nuestra capacidad, no por un número o un titular. Que no se caiga en la discriminación positiva.
¿A qué se dedica una administradora general? ¿Es un puesto con capacidad ejecutiva?
¡Pues me voy a dedicar a muchas cosas! Como es un puesto nuevo, solo sé lo que pone en el papel. Ya veremos la realidad con el paso del tiempo. Llevaré la gestión de la administración ordinaria de la Conferencia Episcopal: presupuesto anual, gestión de compras y contrataciones, recursos humanos, temas económicos de los directores de secretariados y oficinas, seguimiento de los inmuebles que dependen de la CEE, etc. Una gran tarea en la que espero contar con todos los que ya realizan parte de ella. En gran medida será coordinar equipos. Tengo capacidad ejecutiva en la medida en que, en las áreas de mi responsabilidad, las decisiones son mías. Reportaré mi trabajo a Fernando Giménez Barriocanal.

Como dice, será la encargada de gestionar los recursos humanos. ¿Hace falta algún tipo de cualidades concretas, más allá de las técnicas correspondientes al puesto, para trabajar en la CEE? ¿Hay que ser creyente o puede ejercer un ateo?
Además de ser profesional, la cualidad principal es tener claro que trabajas para dar un servicio a la Iglesia. Es un trabajo-misión. En el caso del trabajo editorial, que es el que yo he desempeñado en los últimos tiempos, se hacen libros, pero no cualquier libro. Se editan desde Biblias hasta catecismos. Es evangelizar, llevar a Dios a otros. Por otro lado, hay que decir que la CEE no es una empresa al uso y por eso no vale cualquiera que tenga la formación técnica. Probablemente no hace falta ser creyente; aunque no sé si tiene mucho sentido trabajar para la Iglesia sin compartir el sentido de lo que hacemos, que es una misión, como he dicho antes. Y no son iguales todos los puestos. Lo que sí es imprescindible es ser respetuoso.
¿Cuáles son los principios básicos de una buena administración? ¿Dónde quiere poner usted el acento?
Pues ya conocemos lo que se le pide a un administrador: que haga mucho gastando poco. Esa es la tarea, el equilibrio de mantener las estructuras y que los empleados estén contentos, sabiendo que no se puede despilfarrar. Pero más allá de lo práctico, pondré el acento en lo que dice el patrón de los gobernantes, santo Tomás Moro, del que me he hecho gran devota: coherencia moral y no perder el buen humor.
¿Cómo ha vivido su nombramiento? ¿Asusta ponerse al frente de la administración general de una institución tan particular como la CEE?
Lo he vivido desde el asombro y el agradecimiento. Asombro por haber recibido un cargo de tan alta responsabilidad y agradecimiento por la confianza mostrada. No asusta, pero es un reto y una gran responsabilidad. Llevo diez años trabajando en esta institución y que decidan confiar más aún en una es un reconocimiento al trabajo hecho durante este tiempo.

REDACCIÓN
Alfa y Omega
17 de abril 2025