La Santa Sede, a petición del Arzobispado de Madrid, ha dado el nihil obstat para el comienzo del proceso de beatificación de Jacobo Gratij, más conocido como el Caballero de Gracia, sacerdote diocesano y fundador de la Venerable Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento
Como señala el rector del real oratorio de Caballero de Gracia, Juan Moya, se trata de «la autorización por parte de la Santa Sede que asegura que no hay inconveniente en el inicio del proceso». Es un paso necesario, dice, «aunque solo es el inicio desde el punto de vista formal». Moya destaca que en el proceso, además del equipo que nombró el Obispado de Madrid, «interviene una comisión histórica que tiene que avalar la fiabilidad de los documentos y las pruebas que se presentan», compuesta por varios profesores de historia de varias universidades madrileñas.
El nihil obstat, asevera, «es un impulso importante porque significa que no estamos trabajando en balde, que se ve que hay fundamentos para llevar a cabo el proceso» que se inició nada más morir el Caballero de Gracia hace cuatro siglos. Los documentos de la causa se perdieron en Madrid en algún momento de los últimos siglos, pero hoy la Asociación Eucarística del Caballero de Gracia, heredera de la antigua congregación, le ha dado un nuevo impulso.
Con la Iglesia siempre en el centro
Nacido el 24 de febrero de 1517 y fallecido el 13 de mayo de 1619, se está celebrando el V centenario de su nacimiento. Por este motivo, la Penitenciaría Apostólica concedió un Año Jubilar al real oratorio del Caballero de Gracia (Gran Vía y Caballero de Gracia), donde reposan sus restos. Hasta el 1 de marzo del 2018 se puede lucrar la indulgencia plenaria, con las condiciones acostumbradas.
El secreto de toda una vida encerrada en un corazón bueno –como fue el de Gratij – halla su sentido en la capacidad de amar. Laico durante 70 años, sacerdote otros 32 más, propulsor de la adoración eucarística en España, amigo íntimo de Felipe II, de varios santos y de artistas como Lope de Vega, diplomático de renombre al servicio de la Santa Sede, enlace clave en la formación de la Liga Santa que derrotó al turco en Lepanto, benefactor incansable de los pobres… Un legado que resume la vida del Caballero de Gracia y una huella inmarcesible que se escribe con las iniciales de este italiano que, huérfano a los 12 años, conoció en Bolonia a Giovanni Battista Castagna, el futuro Papa Urbano VII, de quien no se separaría durante los siguientes 30 años. Fue en 1578, cuando el Papa Gregorio XIII decidió enviar a Jacobo a Madrid, a trabajar en la Nunciatura.
Llegó a la capital durante la Cuaresma de 1580, a la edad de 63 años, y ahí comenzó a escribirse la segunda parte de su vida.
Un laico entregado y un sacerdote fiel
Si antes fue fiel servidor de la Iglesia en numerosos frentes, en ese momento afloraron su piedad, su vida de oración y su atención a los pobres. En Madrid se lanzó a realizar distintas fundaciones caritativas, que llevó a cabo siendo laico: el hospital de italianos, el colegio de Loreto para niñas huérfanas, el hospital de convalecientes e incluso un carmelo descalzo.
A los 70 años, tomó la decisión de ordenarse sacerdote. Su vida de piedad se intensificó desde entonces: dos horas de oración, una por la mañana y otra por la tarde; ayuno a pan y agua los lunes, miércoles y viernes; grandes disciplinas, y un trato aún más asiduo con el Señor que le llevaría a fundar en 1594 su gran obra, la Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, abierta a caballeros y ministros, sacerdotes, casados y solteros, hombres y mujeres. La congregación llegó a tener en su día más de 2.000 congregantes, y ha mostrado durante más de cuatro siglos una devoción continuada al Santísimo Sacramento. Pero su vida de oración nunca se desentendió del sufrimiento ajeno. Unió oración y atención a los pobres, y a los miembros de la congregación los animaba a visitar a los encarcelados y a los enfermos, y a realizar obras de caridad hacia los más desfavorecidos.
En lo más alto de la Gran Vía
El oratorio del Caballero de Gracia es hoy un foco de fe, de oración y de cultura en medio de la Gran Vía madrileña, uno de los lugares más transitados de España. «Mucha gente entra aquí sin saber bien dónde entra y, de repente, se encuentra un ambiente de oración y de una gran belleza», cuenta el rector del oratorio. «Aquí siempre hay gente rezando».
Además, con motivo del V centenario del nacimiento del Caballero de Gracia, el oratorio está acogiendo una serie de conferencias y actos conmemorativos alrededor de la figura de Jacobo de Gratij (más información en caballerodegracia.org).
Carlos González / Alfa y Omega
Imagen: Retrato del Caballero de Gracia, obra de Víctor López Jurado.
(Foto: Oratorio del Caballero de Gracia)