Ayer, 8 de septiembre, el Secretario de Estado vaticano celebró una misa en el santuario de Meritxell situado en Andorra, con motivo del 150 aniversario de la proclamación de Nuestra Señora de Meritxell como patrona del país pirenaico.
9 de septiembre 2023.- Aceptar a María como modelo de vida evangélica significa «mirar el mundo y la historia con ojos nuevos, con una mirada diferente», una «mirada abierta y penetrante sobre lo que sucede en la propia tierra». Esta es la firme convicción expresada por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, durante la homilía que pronunció ayer, viernes 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, en la misa en el santuario de Meritxell, en Andorra, con motivo del 150 aniversario de la proclamación de Nuestra Señora de Meritxell como patrona del país pirenaico.
Lo que hace «fuerte» a una comunidad nacional, señaló el cardenal, es precisamente esa mirada «capaz de ver lo que la maldad, en todas sus formas trágicas, quiere ocultar, no mostrar». La mirada «capaz de señalar y acoger a los descartados, a los humillados, a los pobres», pero también capaz de «dar espacio a la novedad y al cambio» y «de imaginar el futuro como alternativa al presente, allí donde éste se muestra esclavo de la lógica y de las prácticas de la muerte». Por último, «la mirada que se proyecta más allá de las dificultades y los fracasos» y que «va más allá del miedo y sus fantasmas», logrando tejer lazos y crear relaciones. En esencia, relanzó Parolin, la mirada de quien, como indicó el Papa Francisco, mira ‘a la persona de arriba abajo sólo para ayudarla a levantarse, nada más’. Sin excluir a nadie, pero reconociendo a todos el derecho a existir y a vivir bien.
En la fe, remarcó el cardenal, «está la mirada de quien dice: ‘Todo lo puedo en Aquel que me da la fuerza’ (Flp 4,13)» y, al mismo tiempo, de quien, «frente al enemigo, ve la posibilidad de la reconciliación», sin temer el juicio humano y emprendiendo «el difícil y escandaloso camino del perdón como un nuevo comienzo, un nuevo nacimiento, para sí mismo y para los demás».
De ahí que las múltiples facetas de una mirada «que hace ‘fuerte’ en la fe y en la humanidad», remarcó el cardenal, parezcan condensadas «en los ojos grandes, agudos y penetrantes de la imagen de Nuestra Señora de Meritxell». No es por tanto casualidad, prosiguió, que el pueblo haya encontrado en ella ese punto de referencia «que la hace Patrona compasiva y solícita de la comunidad nacional: esos ojos y esa mirada son el tesoro que hay que custodiar y transmitir a las nuevas generaciones, para que también ellas se sientan atraídas por lo que las hace ‘fuertes’ en el campo de la cultura, de la educación, de la sociedad, de la política, de la economía, así como en el campo de la fe conscientemente vivida, practicada y proclamada»: capaz, es decir, «de ‘dar a luz’ y proyectarse hacia el futuro; de ‘dar a luz’ no al presente del horror y al futuro de la nada, sino al presente de la belleza y al futuro de la esperanza».
Y es la propia Iglesia universal, señaló Parolin, «la que debe sentirse comprometida a ser una comunidad viva que no se rinde a la esterilidad, sino que «da a luz», «genera»: al conocimiento y al encuentro con la Santísima Trinidad, a la experiencia de la redención y de la salvación, a la renuncia a la crueldad y a la construcción de la paz». Un «dar a luz», y un «engendrar», que, sin embargo, no tienen lugar dentro de un espacio protegido y separado, lejos de lo que causa problemas y miedo», señaló. «María no nace en un trozo de mundo mágicamente indemne de las contradicciones y maldades humanas», sino en la tierra de Israel, «marcada, como tantas otras tierras -ayer y todavía hoy- por conflictos y enemistades». Por tanto, la Iglesia, advirtió el cardenal, «si quiere ser creíble en su ser de comunidad viva que ‘da a luz’ a la vida y ‘genera’ al futuro, necesita estar ‘dentro’ de los sufrimientos que surgen de la negación de la dignidad humana y de la dignidad de la creación».
Con su nacimiento, dijo Parolin para concluir, «María inició la peregrinación que Dios le preparó en medio de la humanidad según «un designio único de predestinación y de gracia» destinado a que «las tinieblas que envolvían y aún envuelven el mundo y la historia» se descongelaran para dejar espacio a «la aurora que anuncia el Sol de justicia».
L’OSSERVATORE ROMANO
Imagen: Misa presidida por el cardenal Parolin en Andorra el 8 de septiembre de 2023 .