El Secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, celebró una misa en la Basílica romana de Santa María La Mayor con motivo del 30º aniversario del nacimiento de las Repúblicas Checa y Eslovaca, a partir de la disolución de Checoslovaquia, que calificó de ejemplo de la posibilidad de «resolver pacíficamente las diferencias mediante el diálogo y el respeto mutuo». Una inspiración para limar las tensiones actuales entre Estados, como las que provocaron el estallido de la guerra en Ucrania.
Ciudad del Vaticano. 17 de abril 2023.- Las Repúblicas Checa y Eslovaca, el 1º de enero de 1993, antes unidas en Checoslovaquia, «se separaron pacíficamente, dando ante el mundo una lección elocuente de cómo las exigencias fundamentales de autodeterminación e independencia pueden resolverse en el respeto mutuo, la paz y la verdadera fraternidad». Y hoy, a la luz de conflictos como «la guerra en Ucrania desatada por Rusia», la experiencia de los dos pueblos hace 30 años «sigue siendo una fuente de inspiración», un modelo para otros Estados de cómo «resolver sus diferencias pacíficamente, a través del diálogo y el respeto mutuo». Así es como el Secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, citando también el discurso de San Juan Pablo II en Praga en mayo de 1995, recuerda, en la tarde de este lunes 17 de abril, el nacimiento de las Repúblicas Checa y Eslovaca, en la misa por el 30º aniversario de aquel «momento importante en la historia de la humanidad».
La paz de Cristo es justicia y concordia
En la homilía de la celebración, celebrada en la basílica romana de Santa María la Mayor en presencia de los embajadores ante la Santa Sede de la República Checa, Vàclav Kolaja, y de Eslovaquia, Marek Lisànsky, Parolin partió de los acontecimientos de los dos Estados europeos «con raíces firmemente arraigadas en las tradiciones eslavas» para recordar, «en este tiempo pascual», el mensaje de paz dado por Cristo. La paz del Señor «no consiste en la ausencia de conflictos, sino en la presencia de la justicia y la concordia». Como recordó el Papa Francisco en la última Misa Crismal del Jueves Santo, «construir la concordia entre nosotros» no es «una cuestión de estrategia o de cortesía: es una exigencia interna de la vida del Espíritu». Un mensaje universal, subrayó el Secretario de Estado, como el del amor y la reconciliación «que trasciende todas las fronteras y nos llama al respeto mutuo, reconociendo nuestras diferencias y abrazando lo que nos une».
La luz de la fe sigue brillando en estas naciones
La esperanza del Purpurado es que esta necesidad de respeto mutuo, «compartida por ambas naciones», fundada «en la secular herencia espiritual de los Santos Hermanos Cirilo y Metodio», conservada «a lo largo de los siglos a pesar de persecuciones, dominaciones y supresiones», sea una fuente de inspiración no solo para cultivar las buenas relaciones entre la República Checa y Eslovaquia, sino también «una fuerza motriz para asegurar la prosperidad material y, sobre todo, espiritual de sus habitantes». Parolin espera que puedan «seguir alabando al Señor a plena luz del día» y que «la luz de la fe siga brillando en estas naciones, mientras las tinieblas corren el riesgo de cubrir de nuevo Europa».
La importancia de la solidaridad y el respeto mutuo
En la homilía de la eucaristía, concelebrada con los rectores del Pontificio Colegio Nepomuceno y del Pontificio Colegio Eslovaco de los Santos Cirilo y Metodio, el Secretario de Estado recordó también que fue precisamente en abril de 1993 cuando «se reanudaron las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Eslovaca», en continuidad con las anteriores relaciones existentes desde 1919 en forma de «misión bilateral». Este fue también «el caso del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Checa, que había tenido lugar tres años antes, el 19 de abril de 1990». Y subrayó a continuación «la importancia de la solidaridad y del respeto mutuo en la construcción de un mundo mejor, en el que prevalezca una paz duradera entre los hombres y las naciones, una paz que sea fruto de la justicia y efecto de la caridad».
Legado de la evangelización e identidad cultural
Parolin relee el episodio evangélico narrado por Juan, el encuentro entre Nicodemo y Jesús, quien le dice que para ver el Reino de Dios tenía que nacer de nuevo, y luego le reta «a ver el mundo con una nueva perspectiva y a abrazar el poder transformador de la fe». Y compara este esfuerzo con el de los habitantes de la Gran Moravia del siglo IX, llamados «a asumir una nueva visión de la vida y del mundo basada en el Evangelio», por la labor evangelizadora de los dos Santos Hermanos de Tesalónica, Cirilo y Metodio, «proclamados copatronos de Europa por el Papa Juan Pablo II en 1980». En él se relata su misión de «explicar la verdadera fe en la lengua local», iniciada en 863, y su capacidad para llevar el Evangelio a los pueblos eslavos utilizando «su lengua materna en la liturgia». Fue un momento significativo en la historia del cristianismo, ya que, recuerda el cardenal Parolin, por primera vez «introdujeron el uso de las lenguas vernáculas en las celebraciones litúrgicas».
Los desafíos a lo largo de los siglos de los pueblos eslavos de República Checa y Eslovaquia
A lo largo de los siglos, concluye el Secretario de Estado, «los pueblos eslavos de esta región se han enfrentado a diversos desafíos, como la dominación extranjera y la opresión». Pero el espíritu de independencia y autodeterminación «nunca decayó y, gracias a este legado intemporal de evangelización e identidad cultural, tras la caída del régimen comunista, dio lugar a la separación pacífica de la República Federal Checa y Eslovaca en 1993».
ALESSANDRO DI BUSSOLO
Vatican News
Imagen: Celebración en la Parroquia de Santa María la Mayor presidida por el Cardenal Parolin.
(Foto: Vatican Media).