ENTREVISTA a la joven periodista española nombrada vicedirectora de la oficina de prensa del Vaticano
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Paloma García Ovejero, la joven vaticanista española nombrada vicedirectora de la oficina de prensa de la Santa Sede, no es una mujer a la que se puede encuadrar en frases hechas o etiquetas. Para ella, este nombramiento tan importante, sin precedentes en la historia, entra en esa “lógica de la normalidad” que impregna el pontificado de Francisco, el Papa argentino al que tanto admira y al que ha seguido en estos tres años en todos sus viajes internacionales.
A fin de cuentas, se trata de “un servicio a la Iglesia” que la periodista se prepara para hacer con un poco de temor pero con gran tenacidad y un fuerte sentido de responsabilidad. El mismo con el que ha afrontado en los últimos cuatro años su trabajo de corresponsal en Roma para la Cope, la radio de los obispos españoles. Una profesional siempre “en la noticia”, siempre preparada a cualquier hora del día para responder al teléfono y contar en pocos segundos en directo, con gran fidelidad y precisión, todo lo que sucede en el Vaticano o a contarlo en unos pocos caracteres en su cuenta de Twitter seguida por 15 mil usuarios.
Pero a Paloma –cuyo nombre viene de la Virgen de la Paloma, la patrona de su ciudad, Madrid—no le gusta que se detengan en alabanzas. Conversando con ZENIT prefiere hablar de esta “nueva aventura” que afrontará desde el próximo 1 de agosto junto a Greg Burke, el periodista estadounidense que sucede al padre Federico Lombardi en su rol de portavoz vaticano.
¿Shock o sorpresa? ¿Cómo define este nombramiento inesperado?
–García Ovejero: Para mí ha sido una sorpresa, pero me parece que estamos en un momento en el que la Iglesia está dando muchas sorpresas. El nombramiento de Burke y el mío son solo una pequeña parte de esta reforma de la comunicación vaticana que comenzó hace meses y durará algunos años. Somos, digamos, la parte más visible.
¿Es más fuerte la alegría o el temor por esta nueva tarea?
–García Ovejero: Mitad y mitad… Actualmente estoy en equilibrio.
¿Cómo se entero del nombramiento?
–García Ovejero: Lo supe tres días antes de que se comunicara oficialmente, es decir, el viernes 8 de julio. Recibí por la mañana una llamada desde un número oculto, algo habitual cuando llaman del Vaticano. De hecho, era el secretario de monseñor Angelo Becciu, que me pedía que fuera a la Secretaría de Estado. En ese momento no pensé ni imaginé nada. Fui allí y me dijeron que el Papa quería hacerme una petición… Obviamente, me quedé impresionada pero al mismo tiempo me llenó de alegría y de un fuerte sentido de responsabilidad.
Y se fue rápidamente a España a contárselo a sus padres…
–García Ovejero: Sí, al día siguiente. Lo supe el viernes por la mañana, por la tarde hablé con mi jefe, el presidente de la Cope, que se alegró mucho y me dio todo su apoyo. El sábado tomé un avión y fui a casa, a Madrid, para decírselo a mis padres y a mis hermanos. Soy la mayor de 7 y tía de 9 sobrinos, de los cuales dos están en camino. Comimos todos juntos, les di la buena noticia y por la noche volví a Roma…
¿Cómo reaccionó su familia?
–García Ovejero: Se quedaron muy sorprendidos pero al mismo tiempo contentos porque entendieron que esto es simplemente un cambio de misión. Es un servicio diferente: antes a la Iglesia española a través de los obispos, y ahora a la Iglesia universal, pero siempre es un servicio.
Hablamos de sentido de responsabilidad. Esta fórmula con la que todos la definen ahora, ‘la primera mujer en la cúpula de la oficina de prensa vaticana’ ¿Siente la presión?
–García Ovejero: No, para nada. Para mí ser una mujer no significa sentir una mayor responsabilidad. Nunca ha sido así, ni en casa con mis hermanos ni en el trabajo, donde nunca he sido favorecida o discriminada por el hecho de ser mujer. Cuando llegué a la oficina de prensa del Vaticano en 2012 me encontré con muchas mujeres, periodistas y empleadas, que trabajan allí desde hacía años. Para mí, más que hablar de categorías es justo que se hable de normalidad, o mejor, de una lógica de la normalidad que creo es la lógica que está siguiendo el Santo Padre.
¿Está ya operativa en estos días en la oficina de prensa? ¿Ha dejado ya su trabajo en la Cope?
–García Ovejero: Todavía estoy en una fase de transición. Estoy trabajando todavía un poco para la Cope y un poco para el Vaticano. Es raro, porque hasta el 1 de agosto no tengo funciones como vicedirector, puesto que es Greg quien ocupa ese cargo, junto al padre Lombardi. Digamos que poco a poco estoy cerrando un capítulo fundamental en mi vida. Esto significa darse prisa con muchos asuntos burocráticos, atender muchas llamadas (Ndr: su teléfono está siempre comunicando) y sobre todo dar gracias a las personas que me han ayudado hasta ahora y que me han permitido ser tan feliz como corresponsal, es decir, los compañeros y los jefes de la Cope.
Ha seguido al papa Francisco en todos sus viajes, donde estaba siempre presente el padre Federico Lombardi. ¿Qué ha aprendido de él sobre la comunicación vaticana?
–García Ovejero: Del padre Lombardi siempre he admirado la sabiduría, la humildad, la discreción y sobre todo la capacidad de permanecer tranquilo ante cualquier situación que se le presentara. Yo quisiera realmente tener, o aprender con el tiempo, al menos un 5% de sus cualidades.
El padre Lombardi, además, en sus 10 años como director de la oficina de prensa ha tenido que afrontar casos complejos que nunca habían sucedido en la historia de la Iglesia: pedofilia, Vatileaks, la renuncia de Benedicto, por decir alguno. Si le sucediera algo similar, ¿cómo lo afrontaría?
–García Ovejero: El futuro es impredecible. Como dicen los ingleses, “cuando lleguemos a ese río cruzaremos ese puente”.
Hasta hace pocos días estaba “del otro lado”, es decir, del de los periodistas. ¿Qué contribución cree poder dar en este nuevo rol?
–García Ovejero: Seguramente mi experiencia, mi mirada como periodista. He estado aquí en la oficina de prensa como periodista durante cuatro años y creo que intuyo cuáles son las verdaderas necesidades de mis compañeros. Como dice el refrán español, eso es haber sido cocinero antes que fraile. O sea, que sabemos cómo se preparan las cosas en la cocina antes de que lleguen a la mesa. Para mí, ahora es al contrario: Hemos sido frailes antes que cocineros.
Por tanto, en otras palabras, ¿debe aprender a cocinar?
–García Ovejero: Yo cocino muy bien. ¿No has oído hablar nunca de mi paella? (Ríe).
Salvatore Cernuzio