Todo en el sanchismo arroja un hedor a mentira que aplica la vieja máxima goebbelsiana según la cual una mentira repetida mil veces termina por convertirse en verdad.
Lo del gobierno «progresista», tan repetido como mentiroso, no se sostiene. Sánchez tiene en su débil y suplicante Gobierno incrustados a ultraizquierdistas de toda la vida, convictos y confesos. Sí, pero ello no significa que sean «progresistas», que es algo que viene de progreso. No son otra cosa que nolstálgicos de sistemas fracasados, básicamente comunistas.

Autocalificar de «progresista» a un Gobierno que vive gracias al oxígeno que le inyectan en pulmón los herederos de ETA y los republicanos independentistas a los que mueven esencialmente, es la teórica superioridad de su pequeño terruño frente el resto de los españoles. Y, finalmente, adjuntarse la etiqueta de progresistas cuando el soporte para mantenerse en el poder proviene de partidos con raíz carlista, declaradamente xenófobos, egoístas y racistas, es algo digno de estudio en los anaqueles del psiquiatra.
No hay otra explicación. Psiquiatra. El Gobierno progresista que levanta muros; el Gobierno progresista que dice luchar por la unidad territorial de Ucrania pero deshace España.
Si faltara alguna guinda con la que adornar ese tóxico pastel, viene hace unas horas a sumarse el acuerdo entre los tipos más solidarios del cosmos (sic) (Sánchez&Ábalos&Berni&Koldo, etc…) con los personajes más antiguos y egoístas del universo, el partido Junts del fugado al que van a rendir pleitesía a Waterloo. A partir de ahí y si el acuerdo entre formaciones se convierte en legajo parlamentario con membrete oficial, la inmigración estará al albur de lo que digan los del gobierno autónomo y el Estado, la nación española, habrá perdido el control de sus fronteras pirenaicas en territorio catalán. Esta es la verdad. Y siempre será la verdad.
Me importa una higa si a la derecha de Puigdemont hay un partido todavía más racista y xenófobo; será su problema. El PSOE está jugando con España y eso tiene su riesgo democrático. A partir de ahí Sánchez no tendría que tener el rostro de hablar de nada. Y mucho menos de algo que tenga que hablar con el progreso, con Europa y con el mundo libre.
PD. Como será la cosa que hasta Page afirma sentir “bochorno” e IU habla de «delirio reaccionario».

GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 8.3.2025