Para un español que haya leído algo de Historia, la actual situación de Venezuela, el país del mundo con más recursos naturales, es algo que abre las carnes en canal.
Se cumplen ahora 25 años de la llegada del chavismo al poder; aquel coronel golpista, que lo fue, prometió El Dorado a los más pobres y harapientos de Simón Bolívar. ¿Qué ha quedado de otro sueño caribeño acariciado y propulsado por asesores comunistas españoles? Resultado: pobreza extrema e inimaginable, corrupción a toneladas, brutal represión y exilio por millones. La mejor copia del castrismo cubano; la historia se repite.
Miles de millones de dólares venezolanos («robodictadura», calificada así por Felipe González, una de las bestias preferidas por el inexportable Maduro) fueron destinados a subvertir la libertad, entre otros lugares a España, de la mano de los Monedero, Iglesias, Errejón, Mayoral, Bescansa y un largo etcétera. Los resultados son los previstos. Ni pan, ni libertad, ni esperanza. Sólo el bambi Zapatero parece convencido de la bondad del invento/ocurrencia que ya dura un cuarto de siglo.
Hoy, Venezuela es la narcodictadura más descriptible del mundo, pese a los arreglos de Biden por asearla. Conozco a centenares de venezolanos que se han instalado en España a la espera de que el milagro se produce. Buenas y sufridas gentes.
La oposición de aquel país no está exenta de culpa. Pudieron desplazar al sátrapa por vías democráticas, pero su miopía y falta de generosidad han sido letales para los destinos de una gran nación con todas las posibilidades irredentas.
Los que vaticinaron el fin de la caída de la dictadura se equivocaron. Y probablemente se seguirán equivocando, sobre todo cuando se tiene enfrente el ejemplo cubano que dura ya más de 64 años.
¿Esto o algo similar es lo que desea para España, por ejemplo, Yolanda Díaz? Estaría bien saberlo precisamente 25 años después del experimento.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 4.2.2024.