Pedro Sánchez, una vez más, intenta apropiarse en beneficio propio de una institución clave para el devenir y la estabilidad económica del país, amén de garantizar la presencia española en las instituciones comunitarias.
Desde el momento mismo en el que se inició la Transición, los dos grandes partidos políticos entendieron que la cooptación de dirigentes para puestos claves que son de Estado deberían hacerse por consenso entre ellos, contando, además, con una cierta aquiescencia entre el resto de las formaciones marginales del arco parlamentario.
Pues bien, tras la marcha de Hernández de Cos, quizá el mejor gobernador del Banco de España de todos los tiempos (por su independencia, por su rigor, por sus conocimientos técnicos, etc.) el sillón ha quedado vacío porque al señor Sánchez se le antoja buscar una persona que sirva desde esa casa a sus propios intereses políticos. No parece que el Partido Popular esté muy dispuesto a seguirle en ese juego.
La pretensión de José Luis Escrivá –¡vaya marrón de ministro!– de colocar sus posaderas en el sillón todavía caliente de Hernández de Cos no agrada ni mucho ni poco al Partido Popular, cuya posición de fuerza parlamentaria resulta necesaria para que salga adelante. ¿Qué prestigio tendría la entidad encargada de velar por el rigor del sistema financiero español con un personaje como Escrivá? Ninguno. Sobre todo, si a ese personaje le acaban de sopapear en Europa con el tema de las pensiones.
Sánchez sabe que Escrivá, su principal candidato, lo tiene crudo y, por ende, trata de ganar tiempo para encontrar otra correa que le conduzca directamente a él. El sillón vacío español en el Banco Central no hace otra cosa que dejar en evidencia a un Gobierno que está más agotado que el agua en las Marismas de Doñana.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 21.7.2024.