¡No tiene arreglo posible! Este hombre que ya peina canas continúa fuera de la realidad, presumiendo de sus fotos con Biden o Von der Leyen y olvidando, intencionadamente, su ¡cucurrucúuu palomaaaa…!, los recientes arrumacos con Giorgia Meloni.
Oyendo al muchacho perorar y sacar pecho de una derrota sin paliativos ante sus conmilitones de los grupos parlamentarios, no sé qué produce más conmiseración (si es que alguien puede olvidar los agravios generalizados a España y su pueblo durante cinco largos años) si su incapacidad para ver la realidad o su inveterada afición al realismo mágico.
Lo que se vio el pasado martes en una sala del Congreso es que España tiene todavía un primer ministro desbocado, enfurecido, enloquecido, que se refugia en el radicalismo extremo para justificar algo obvio: que los españoles ni le creen, ni le valoran y, muy especialmente, que no le quieren. El alarmismo ante la llegada del dóberman, a la prensa pagada (cuando no hubo otro mandatario en este país con una gran parte de los profesionales y medios tan genuflexos y lewinskyanos), es una forma como otra cualquiera de lamerse unas heridas autoinfligidas.
Todo esto ocurre a su alrededor y en su propia círculo interior (algún día el pueblo español tendrá que hacer pagar a Iván Redondo el mal que le hizo) cuando hay rumores sobre su intención de optar a sustituir a Jens Stoltenberg como secretario general de la Alianza Atlántica (OTAN).
Sinceramente, no salgo de mi asombro. ¿Un ser tan radicalmente extremista al frente de la defensa de Occidente? ¿Qué dirían sus amigos venezolanos, brasileños o cubanos pro Putin? No creeré en tal posibilidad hasta que Biden no lo anuncie con su torpeza habitual.
Escrito lo anterior, si Sánchez volviera o volviese a ser el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, ¿qué más puede ofrecer -con el dinero de los demás- ante el 23J que no haya ofertado ya en los meses anteriores cosechando el más sonoro estacazo que se recuerda por estos lares? ¡Nada! Si fuera un estadista hubiera recurrido a Winston Churchill y ofrecería lo único que está en disposición de anunciar: sudor, sacrificio y lágrimas ante los recortes que vienen y que él mismo tendría que decretar si vuelve a vivir holgadamente en el palacio de La Moncloa, justamente lo que le ha dicho claramente la Unión Europea que ofrezca. No hay otra.
Tendría que explicar antes de irse los 25.000 millones de déficit oculto que navegan bajo las alfombras gubernamentales, sus gastos personales y los de sus amiguetes, los «funcionarios» metidos sin oposición a última hora con nocturnidad y alevosía… En fin, todas las maldades perpetradas durante un lustro entero de abuso de poder.
Lo que al día de hoy se puede describir es que España cuenta con un primer mandatario de la nación enloquecido, soberbio, y con alta probabilidad de que tenga que pasar por el diván del psicólogo.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 3 de junio 2023.