No resulta extraño que los mejores y más reputados expertos en macroeconomía de España naden en interrogantes cada vez que el Instituto Nacional de Estadística (INE) da a conocer los dígitos de la inflación y también las estadísticas mensuales del desempleo por parte del Ministerio de Trabajo. Las dudas al respecto tienen su aquel.
Recordará el lector que en agosto del pasado año la vicepresidenta Calviño destituía al presidente del INE, tras muchos desacuerdos y peleas a causa de sus cuentas, y nombraba a Elena Manzanera en sustitución de Juan Rodríguez, un técnico de antiguo y con vitola, sustituido por una chica PSOE llegada desde Andalucía. Con obediencia partidaria debida, naturalmente. Gracias vicepresidenta, a sus órdenes. No se trata de maliciarse por todo, pero es un hecho cierto que el IPC, algo que quitaba el sueño al Gobierno porque le llevaba directamente al averno, ha variado sustancialmente a la baja. Desde el relevo de Rodríguez al frente del INE, hete aquí que la inflación ha pasado del 10,5% al 6,8% del último mes del pasado año. La desconfianza sería menor entre los expertos y entre el pueblo llano si los Gobiernos de Sánchez no hubieran demostrado tener una querencia natural a maquillar a su gusto las cifras desde organismos oficiales que controla manu militari tras colocar al frente a dirigentes de su entera confianza.
Ahora llega un informe de CaixaBank Research. Dos documentos de mediados de diciembre en los que analiza la evolución de los precios de la luz, así como la factura energética en los hogares españoles.
El informe desmiente tajantemente al INE. Este dice que ha bajado un 14% la factura energética, mientras que Caixa sostiene que de los 19 millones de hogares el 65% de ellos arrojan una subida del 21%, cosa que no se refleja en la contabilidad del INE. Eso significaría que la inflación acumulada llegaría al 20% y al no apuntarse lo anterior se queda en el 6,8%.
Algo similar podría decirse acerca del jolgorio montado desde el Ministerio de Trabajo, donde hablan sin sonrojarse de la «gran transformación» en el mercado de trabajo en «cantidad y calidad». Pudiera ser que no fuera para tanto, si en realidad, como piden los principales economistas del país (FEDEA, entre otros colectivos) se pudieran tener cifras reales sobre los famosos «fijos discontinuos». No puede ser, por ejemplo, que cuando la economía está al borde de la recesión (si no en la recesión misma), ese tejido productivo, en tan singulares circunstancias, sea una máquina de crear empleo «fijo y de calidad». Tampoco es racional el hecho de que mientras la cifra de empleados sube como afirma el Gobierno, los cotizantes a la Seguridad Social disminuyan. ¡Algo no cuadra!
A la ministra más phasionaria del firmamento sanchista, revelada recientemente como gran masajista de Lula, la figura/trampa de los «fijos discontinuos» -una contradicción in terminis- se le cae como un mal suflé. Podría dar la sensación, a tenor de opiniones expertas en la materia, de que ese plagiado invento de «fijos discontinuos» puede pasar a denominarse como «parados continuos». Por eso, se llama a andanas cuando se interroga a la señora Díaz sobre este asunto. Un engaño masivo.
GRACIANO PALOMO
Publicado en okDiario.
Sábado 7 de enero 2023.