Un profesor de la talla intelectual de Antonio Elorza, al que ahora tras militar toda su vida en la izquierda democrática han colocado en la teórica «fachosfera» tras desenmascarar al fascismo de ultraizquierda, ha dejado un gran artículo bajo el mismo título de este post: El gran trilero. Escribo «izquierda democrática», porque hay otra que es fascistoide, autoritaria y estalinista.
Despedido, tras ser censurado, de la biblia mediática que fundaran Fraga y Juan Luis Cebrián, Elorza, como buen catedrático de Teoría Política, va directo al corazón del sátrapa: «Nunca jugará limpio. A veces encontrará una cortina de humo, pero si el asunto es grave no dudará en utilizar todos los recursos del Estado para destruir al adversario». Punto. Ésta es la definición del tal Pedro Sánchez que lleva ya, no es baladí recordarlo, seis años en el uso y disfrute de un poder cuasi absoluto.
Durante este lustro (más un año entero) hay tres cosas que el lagarto moribundo (en relación al prestigio me refiero) ha dejado esculpidas a golpe de martillo. La primera, que antes que su pueblo, su comunidad autónoma, su nación y Europa, está Sánchez para Pedro y Pedro para Sánchez. La segunda, que su capacidad para la mentira, el engaño, la distracción fatua operativa, no tiene parangón alguno con el resto de los jefes de gobierno que durante casi medio siglo han tenido responsabilidades públicas en España. Y, finalmente, que le embarga tan alto el componente enfermizo (por el poder) que corrompe todo lo que toca, comenzando por el propio lenguaje; verbigracia, se envuelve en la palabra «progresista» y termina encamándose con lo más granado de la ultraderecha xenófoba y corrupta.
Un lector avieso podría responder a estas consideraciones señalando que cómo es posible que, tratándose de un sujeto así encaramado a los resortes del Estado, los ciudadanos no hayan sido capaces de darle la patada definitiva para mandarle a él y a sus deudos a disfrutar de lo arramplado. Las explicaciones son de libro, pero no sencillas. En síntesis, en cada periodo de su ya largo mandato, Sánchez se ha conducido hábilmente y sin pudor alguno, según las circunstancias, de una manera u otra; escrito por corto y por derecho, unas veces con la máscara de liberal (cuando Rivera era Rivera), luego podemita bolivariano y más tarde como independentista enfrentado al Estado.
Resumiendo, un trilero inesperado de la calle Sierpes sin rubor ni pudor. Al respecto, comparto la opinión generalizada en el país de que el largarto está tocado, seriamente tocado, pero no muerto. Éste es capaz de derribar el templo con tal de salvar su cabellera. Un crack. No pierdan el tiempo en buscar ejemplo similar en el mundo libre. Si quieren hallar algo parecido vayan a Venezuela, Cuba o Pionyang.
¡Increíble! Pero cierto.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 11.5.2024