Las caras de las bancadas del PP y Vox durante la constitución de las nuevas Cortes lo expresaban todo. Sánchez, una vez más, se había salido con la suya. Y para más inri, la ruptura entre las dos formaciones del centroderecha y la derecha provocaban el pitorreo general de la izquierda y los secesionistas.
Desde la última semana de campaña se vio claramente que algo no estaba engrasado en el Partido Popular. A unos siete días finales horribilis se unió una gestión de las expectativas de párvulos. Supongo que alguien estaba al mando de la campaña y supongo también que alguien debió advertir al comandante de que aquello no estaba funcionando. El argumento fácil es echar la culpa a los empleados o contratados para dar información (equivocada) de cómo bajaban las aguas.
Casi un mes después han vuelto a cometerse errores de bulto. La apelación a que, en efecto, el PP ha sido el ganador de las elecciones general del 23J es una invocación política legítima y correcta, pero, en el fondo, no deja de ser un brindis al sol para no perder el relato, que también se ha perdido, entre otras cosas, porque la potencia de fuego mediática del sanchismo no encuentra parangón entre los medios afines al centroderecha.
Luego está lo de Vox, que encorajinado ante el desplante del PP al no darle presencia en la Mesa del Congreso vota a su propio candidato dejando a Cuca Gamarra más sola que la una. La perplejidad entre el bloque de la derecha es total. A los edecanes de Sánchez no hay nada que les ponga más que ver enzarzados y tirándose de los pelos al jefe del PP y al comandante de Vox.
Y ahora, ¿qué? La verdad es que si Sánchez, como parece, es investido de nuevo, el panorama que se ofrece para el partido ganador de las elecciones no es precisamente halagüeño. Porque con el Gobierno –mucho menos con el que salga próximamente- no se puede ir ni a la vuelta de la esquina y tendrá que ponerse en modo oposición, que al ser minoría parlamentaria a Sánchez le importa tanto como una higa.
Empiezo a notar en las altas esferas de la derecha una descriptible inquietud. No es para menos. Pretenden introducir algunos cambios en el equipo del presidente. Pero de ahí a intentar segar la hierba al propio Feijóo no es otra cosa que un soberano dislate. Debería no temblarle el pulso a la hora de afrontar esos cambios sustanciales en sus equipos, allí donde más se ha fallado y donde los errores han sido más gruesos. Es lo que sucede normalmente cuando uno se queda con cara de pasmao.
PD. En tiempos de desesperanza no les vendría mal a los dirigentes del PP recordar que tienen detrás de sí ocho millones de españoles que les dieron su voto y que conforman la minoría mayoritaria en el Congreso y la absoluta en el Senado… Sí, ya sé que Sánchez volverá a ser presidente…
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 19 de agosto 2023.