Joseph Ratzinger creyó en la Palabra divina y confió en la fuerza de la palabra humana. Fue sin embargo escéptico sobre las posibilidades del poder, de las estructuras y de la imagen como medios para que el anuncio cristiano permeara la sociedad. Estaba convencido de que la lógica del Reino de Dios es la del grano de mostaza, que debe morir para dar vida, nace pequeño y crece de modo imperceptible, sin espectáculo.
Él sembró la semilla de la Palabra y sus palabras a voleo. Para ser tierra buena, capaz de sacarle todo el partido, es preciso leerle. Claro que no basta una cita viral, ni un ojear ocasional, ni una búsqueda interesada de pasajes convenientes para las propias ideas y proyectos. Es precisa una lectura ordenada, constante, serena, abierta. El difunto Papa emérito puede ser leído de cuatro maneras, que sugieren textos y actitudes en parte distintos.
Como es obvio, un creyente debe leer al Papa Benedicto XVI como magisterio de la Iglesia. Aquí lo más importante son sus encíclicas y otros documentos papales o de su época como cardenal. Ha habido pocos Papas con su capacidad intelectual y expositiva y hay pocos temas que no haya abordado. También podemos leerle como teólogo. No renunció a serlo y —aunque tuviera la autoridad del pastor— nunca quiso imponer sus opiniones. Pero es reconocido como una de las cumbres de la teología reciente. Aquí la lista es larga, pero quizá valga la pena mencionar el comienzo y el final: la Introducción al cristianismo y sus tres volúmenes sobre Jesús de Nazaret. Distinta —aunque no se puede separar de lo anterior— es su obra espiritual. Tienen especial valor sus homilías, que permiten vivir a fondo la liturgia con sus ritmos, signos y palabras, con su profunda belleza. Y en general la sencilla voluntad, presente en toda su obra, de buscar el rostro de Cristo en la Escritura, de cultivar la amistad con Jesús en la oración personal y compartirla.
Por último, Ratzinger era un destacado intelectual cristiano, capaz de suscitar curiosidad por las respuestas católicas a las preguntas de los hombres y mujeres. Pero también de ofrecer orientación para fundamentar la vida en común en paz, libertad y justicia. En este apartado son imprescindibles sus libros-entrevista y algunos de sus discursos en Ratisbona, el Bundestag o Westminster. Leamos confiando en que Otro pondrá el incremento.
RICARDO CALLEJA
Profesor de Ética de la Universidad de Navarra.