En un contexto en el que nos vemos obligados a habitar lo inhabitable —desigualdad económica, asediante imperativo de productividad y disponibilidad, consumo desaforado de bienes materiales y de nosotros mismos, imperio de la tecnología digital, cansancio y pérdida de relaciones significativas—, los individuos, agotados por el estrés y por diversos malestares psicológicos, buscamos con desesperación soluciones que apacigüen nuestro ánimo a través de la asunción de fórmulas mágicas que nos prometen la felicidad o no sufrir más, a cambio de, por ejemplo, practicar la resiliencia o convertirnos en seres sumisamente adaptados a condiciones inasumibles. Porque, nos dicen, «si quieres, puedes». Este modo de proceder convierte nuestra libertad en un paragolpes psicológico que nos transforma en seres pasivos y autómatas cuya única vía para poder seguir adelante es la de asumir, con resignación, la marcha del mundo; la de aguantar y adaptarnos. Los libros de autoayuda nos invitan a «gestionar el estrés» mientras promueven la imposibilidad de rebelarnos intelectualmente frente a un totalitarismo emocional que nos hunde en una opresión productiva insoportable. La cárcel del siervo contemporáneo se construye entre los muros de la promesa, siempre postergada, de alcanzar la felicidad. Nos han enfermado de expectativas que jamás se cumplirán. Más que nunca, es momento de actuar con libertad y preguntarnos por qué y a qué precio nos piden —y estamos asumiendo que debemos— adaptarnos.
CARLOS JAVIER GONZÁLEZ SERRANO
Filósofo