No sabemos ni situar el país en el mapa. Ni siquiera nos suena el nombre, si no lo acompañamos de la explicación «la antigua Birmania». Y muchos ochenteros sonríen al asociarlo con el nombre del grupo que tantos ratos buenos dejó en nuestra infancia. Pero poco más.
Cuando el brother Joe, franciscano austríaco de misión en Myanmar, nos pidió ayuda para poder dar algo de proteína para comer a sus niños del orfanato y nos hizo llegar 50 kilos de rosarios de colores para recaudar fondos, la explicación anexa siempre era obligada.
«En 2021 los militares dieron un golpe de Estado y, desde entonces, la nación está bloqueada y los cristianos especialmente perseguidos». El 1 de febrero se cumplieron tres años de la toma del país por el Ejército.
En este número el obispo de Loikaw se pregunta cuántos cadáveres necesita la ONU para actuar. Lleva dos meses refugiado en una parroquia junto a otros sacerdotes, dos ancianos, religiosas y ocho laicos. Habla con nosotros a través de un Starlink, una conexión que gasta mucho combustible. Carísimo. Pero hace el esfuerzo por contarnos lo que pasa en su país, para que sepamos que su catedral es base del Ejército. Pero aún no sabemos dónde cae Myanmar.
CRISTINA SÁNCHEZ AGUILAR
Directora de ‘Alfa y Omega’
Publicado en Alfa y Omega el 19.2.2024.