El discurso oficial es que ETA, última organización terrorista en Europa, fue derrotada por la democracia española. Es una verdad a medias.
Que ha dejado de poner bombas y pegar tiros en la nuca, sí. Que sus explosivos lapa han desaparecido, también. Pero el terror se puede producir también sin necesidad de mandar a miles de inocentes al otro barrio. Los herederos de aquella ETA asesina ahora producen apartheid en todo el territorio vascos con extensión a Navarra y dificultad cuando no cercenan las libertades allí donde mandan.
Desde el punto de vista político, ETA nació para intentar conseguir con las armas bajo el brazo una «Euskadi independiente y socialista». Sesenta y pico años de tiros, terror y muerte, lo único que ha cambiado son los métodos, pero ese objetivo básico está ahí como podemos comprobarlo a diario. Otra gran novedad es que hasta la llegada de Zapatero y Sánchez (es mentira que ninguno de los dos fueran artífices del fin de la ETA de las bombas) los primeros ministros combatieron con todos los medios del Estado y con ardor a los etarras; Zapatero y Sánchez, en cambio, les hicieron sus socios, cada uno a su manera.
Quizá fue Otegi («No habrá una España rota hasta que no haya una España rota», tiene declarado recientemente) la persona que intuyó que pistola en mano no se podía conseguir nada en el corazón de Europa. Le bastó convencer a la organización terrorista, de la que formó parte importante durante lustros, de la necesidad de cambiar de métodos y estrategia. Ha tenido éxito. Está a punto de gobernar el País Vasco después de haber conseguido que el PSOE sanchista le entregara Pamplona, asunto muy serio éste.
Que nadie se llame a engaño: Bildu está consiguiendo lo que su madre ETA no pudo después de más de medio siglo humeante y chorreando sangre por doquier. Algunos están empeñados en mentirse así mismos… ¿Puede hoy un constitucionalista vasco llevar una vida normal en esa tierra sin ser acosado e intimidado al defender sus ideas? ¡Pues eso!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 21.4.2024