Las recientes elecciones autonómicas vascas pasarán a la historia por acreditar que los herederos de ETA y algunos de sus principales pistoleros han conseguido echar un pulso, y casi ganárselo, al pusilánime Partido Nacionalista Vasco, más antiguo y facha que el parche de Millán Astray.
Lo demás viene dado por añadidura. Algo debe estar cambiando, sin embargo, en el partido que fundara el moderno y solidario Sabino Arana para que Ortuzar haya colocado al frente de su Grupo Parlamentario en el Congreso de los Diputados a Aitor Esteban, el hombre que proviene de Soria, y al frente del Gobierno autonómo vasco a Imanol Pradales, con seis apellidos de la Ribera del Duero (Burgos), para ser más exactos de las localidades de Fuentespina, Tubilla del lago, Gumiel de Hizán o Santa Cruz de la Salceda.
Tengo para mí, por lo experimentado y vivido desde aquellos lejanos años en los que el columnista fue un joven periodista de El Correo, que estos antecedentes familiares y de ubicación suelen provocar ser más papistas que el Papa, esto es, más nacionalistas que Arzalluz, y que tienen que rodear su procedencia a base de radicalidad independentista. Está por ver en este caso si es que el futuro lehendakari vasco manda algo en el predio de Andoni Ortuzar que es, junto a otros, el que corta el bacalao desde Bilbao.
Pradales, por ende, es producto de aquella enorme emigración castellana que se produjo en los años 60. Castilla, que hizo España y España la deshizo –como bien dejó escrito el mejor historiador español de todos los tiempos, Claudio Sánchez Albornoz–, estaba vacía y vaciada de industria y lo fue en beneficio del País Vasco, con la brutal aquiescencia del régimen franquista. Pensaron los gobiernos del general Franco que inundando de maquetos las industrias vascas el nacionalismo se diluiría; lo mismo que en Cataluña. ¡Menuda visión!
Salvo que el nuevo lehendakari remiende la situación… Espero que se me entienda la gracieta, no exenta de triste ironía y aún melancolía…
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 27.4.2024.