A diferencia de las grandes revoluciones tecnológicas del pasado —la máquina de vapor, la electricidad, el ordenador personal—, la inteligencia artificial (IA) ha entrado arrolladoramente en el terreno más propio de la mente humana, con un potencial de consecuencias positivas y negativas sin precedentes.
El Papa Francisco lleva diez años advirtiendo de que «no atravesamos una era de cambios sino un cambio de era». La irrupción de ChatGPT, que cuenta ya con 180 millones de usuarios, confirma que la nueva era geológica, el Antropoceno —así llamado por el impacto del ser humano sobre el planeta—, presiente ya la sombra de las máquinas inteligentes.
Ante las reacciones de perplejidad, inquietud, enfado o entusiasmo, Francisco ha publicado recientemente dos documentos breves pero muy esclarecedores. Se trata de los mensajes Inteligencia artificial y paz, para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, e Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana, para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
El primero aborda aspectos éticos, sociopolíticos y de derecho internacional ante la escalada de desinformación y manipulación masiva. El segundo se centra en la vertiente humana, incluidas las noticias falsas —cada vez más difíciles de detectar— y la crispación fomentada por partidos políticos e intereses económicos, que amarga la vida a tantas personas.
En este mensaje, el Papa invita a «despejar el terreno de lecturas catastrofistas y de sus efectos paralizantes». Hace un siglo, Romano Guardini, reflexionando sobre la tecnología y el hombre, instaba a no ponerse rígidos ante lo nuevo intentando «conservar un mundo de infinita belleza que está a punto de desaparecer». Sin embargo, al mismo tiempo, de manera encarecida advertía proféticamente: «Nuestro puesto está en el porvenir. Todos han de buscar posiciones allí donde corresponde a cada uno […]. Es cierto que se trata de problemas técnicos, científicos y políticos; pero es preciso resolverlos planteándolos desde el punto de vista humano. Es preciso que brote una nueva humanidad de profunda espiritualidad, de una libertad y una vida interior nuevas»».
JUAN VICENTE BOO
Publicado en Alfa y Omega el 26.2.2024.