Hay fotos y fotos. Unas se evaporan inmediatamente, otras quedan para la historia. La visita de Yolanda Díaz a un prófugo de la justicia con dinero del contribuyente en busca de notoriedad y protagonismo personal es una de esas imágenes que quedarán en el acervo común de los españoles entre el oprobio y la indignación.
La comisionada de Sánchez, apuntalada en su condición de vicepresidenta del Gobierno (en funciones), se fue a dar cariñitos y repartir carantoñas (lo mejor que ha demostrado saber hacer a lo largo de su rutilante carrera política) a un sinvergüenza acreditado que no cabía en sí de gozo. De huir cobardemente en el maletero de un coche a ser referencia esencial en el panorama político español. ¡No está mal!
Díaz sabe que sin el coche oficial y la vivienda sufragada por los contribuyentes es igual a nada. De ahí su ansia de protagonismo suplicando al prófugo que le dé sus siete votos a Sánchez. A este poco le importa que su gran partenaire en la izquierda haya dejado pelos en la gatera. Lo importante es él y su poder.
Las pretensiones maximalistas del feudalista Puigdemont, tampoco esto parece importar una higa a la vicepresidenta, chocarían con cualquier sensibilidad de izquierdas, pero a estas alturas ya sabemos lo que le importan los principios y valores políticos a la gallega. Y no pasa nada. Cuatro manifestaciones verbales ad hoc y a seguir por el mismo camino. ¿Alguien sabe lo que ha pasado con los procesos independentistas en aquellos regímenes comunistas de antaño? Cualquier disidencia territorial bajo la hoz y el martillo fueron sofocadas a sangre y fuego. Aquí, sin embargo, el mimetismo entre la izquierda radical y el independentismo es cuasi total. ¡Vivir para ver!
Ignoro lo que pasará en el futuro en España. Lo que sí tengo claro es que esa imagen de una vicepresidenta del Gobierno abrazada a un prófugo esencialmente reaccionario y antiguo la perseguirá mientras viva.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 9 de septiembre 2023.