Conocí bien a ese personaje salido de las calderas jesuíticas vascas que se hizo famoso por ser el culpable de la primera deriva de Pedro Sánchez, que no ha abandonado, al que inoculó en vena la peste de que en “política todo vale” y que lo único que hay que perseguir es el poder a cualquier precio. Venía el joven Iván Redondo, melifluo ideológicamente donde los haya, de haber trabajado para muchos candidatos del PP; algunos, situados en la línea dura del partido y consiguió, por ejemplo, que el bueno de José Antonio Monago fuera presidente por un día en Extremadura.
Se quedó en el paro, pasó por la fima LlyC, se ofreció a Sánchez cuando estaba desahuciado y tras haber facturado a Luis Bárcenas una cantidad muy estimable, más de 200.000 euros por nada (aunque nunca pudo acceder a asesorar directamente a Mariano Rajoy por la oposición de Moragas y Martínez Castro) se subió al carro del hoy jefe del Gobierno que pasado un tiempo decidió mandarle a paseo.
Sus años en el poder monclovita y sus condiciones jesuíticas (es decir, el poder y el dinero es lo que cuenta por encima de creencias y opiniones políticas y personales) le sirvieron para uncir una magnífica red de influencia, especialmente en Cataluña, donde sirve al señor conde (el de La Vanguardia) y asentarse entre el empresario siempre fungible de aquel territorio.
Predijo que Iglesias llegaría lejos y se atrevió a aventurar que Yolanda Díaz sería la primera mujer que alcanzaría la presidencia del gobierno. !Crack donde los haya!
Ahora, ha reaparecido públicamente, obsesionado por los medios y sus profesionales (a este columnista quiso mandarle al averno cuando publicó un libro que exponía la catadura de su alma o lo que sea) por dos motivos. El primero porque su bokassiana facturación en su despacho (los empresarios nunca olvidan) y también porque, según señalan los que siguen su proceloso deambular, ha sido persona clave para muñir el elefantiásico govern presidido por Illa, al que conoció en su etapa monclovita. Ese gobierno regional, en cualquier caso, lleva sus señas de identidad.
Durará poco. El Govern y él mismo. Si echan un vistazo a su rutilante carrera (en primera instancia) sabrán la razón de por qué afirmo lo que escribo. Hablar de Iván Redondo para el que suscribe es antítesis de un editor probo y con principios, Antonio Fernández-Galiano, durante muchos años presidente de Unedisa (El Mundo). Aguantó las presiones de este zampalimosnas multimillonario con escasos méritos que lo acrediten para obtener tal condición.
Alfonso Guerra describió con precisión hace años a este tipo de asesores: «vende humos». Aun así, este señor tiene su parte alícuota (por ausencia de escrúpulos) en el caos democrático que envuelve a España desde hace un lustro más un año.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 24.8.2024.