Vamos a dejarnos de circunloquios, juegos de salón y otras historias irredentas. Si superar la investidura se antoja un test difícil de superar para Alberto Núñez Feijóo, no lo es menos que Sánchez pueda alcanzar ese objetivo sin entregar antes el rosario de su madre en el zoco de las vanidades puigdemónicas.
Si ello ocurriera comenzaría su nuevo mandato atado de pies y manos, con el Estado en almoneda y pendiente todo el andamiaje gubernamental de un hilo de lino. Porque ya le han dicho sus socios independentistas que exigen «reinterpretar» la Constitucional hacia un «Estado plurinacional…».
Escrito de otra forma: que España deje de ser España. Acto seguido, vendrían las cuestiones económicas y marcar las diferencias entre las nuevas «naciones» y el resto del hoy territorio nacional, además del resto de las exigencias tendentes a humillar a los que no van con ellos.
¿Puede garantizar Sánchez que podrá transitar sobre tamaño suelo de escualos? Definitivamente, no. Porque entonces la rebelión cívica se produciría desde otras latitudes. Entonces, ¿cuál es la salida una vez que el señor del «no es no» ha vuelto a su antiguo discurso, negándose en redondo a aceptar las sensatas y moderadas propuestas del ganador de las elecciones?.
Elecciones. No hay otra. Salvo embarcarse por un camino rumbo a lo desconocido y en medio de una crisis económica que tiene sus corolarios en las dificultades para la supervivencia de millones de ciudadanos en situación desesperada.
Nadie en su sano juicio puede apostar ya –visto lo comprobado- que dentro del PSOE hay un grupo de diputados dispuestos a decir basta. Sí, lo dicen en las pequeñas conspiraciones de salón, pero hasta la fecha nadie con votos ha dado un paso al frente. Me temo que Feijóo debe abandonar ya esa hipótesis de trabajo.
Vuelvo a escribirlo una semana más: elecciones. Si no se llevan a cabo el 14 de enero la consulta general la celebraremos unos meses después.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Domingo 3 de septiembre 2023