El episodio acaecido recientemente en el aeropuerto de Lavacolla (Santiago de Compostela) entre un tal José Andrés del Reino Cárdenas y la Policía Nacional, al negarse a pagar unos euros legales de más (exceso de peso en su maleta) que le correspondían, es fiel reflejo de esa nueva casta que un día dijo que llegaba a la política para salvarnos la vida y la honra y, al final, ha devenido en un mero ejercicio como otro cualquiera para ascender económica y socialmente sin mucho trabajo. Basta con jalear a tu jefa y de paso hacer el ridículo.
Esta golondrina sí hace verano. Pasará a los anales más bochornosos del continuo celtiberiashow a la que ya nos tienen acostumbrados determinados sujetos que han visto cómo su pobre vida cambiaba al socaire de las dádivas sanchistas, eso sí, financiadas con el dinero del contribuyente.
Si el lector se aplica a la literalidad del atestado policial al tal Del Reino Cárdenas se podrá colegir el grado de desvergüenza que acarrea. Un pobre diablo, sin oficio ni beneficio que se conozca, alardeando de su mucho poder («mañana no vestiréis uniforme») y el ancestral y añejo «no sabéis quién soy yo…». A cambio de tan magro espectáculo y tan descomunal bochorno nacional, su jefa, al parecer, le ha gratificado con un plus económico a cargo, naturalmente, del contribuyente.
Faltaba el postre. Dirigirse a los uniformados a grito de «¡fascistas!» y «¡homófobos!». Y la violencia consiguiente. Llegará el juicio y veremos cómo retuercen la realidad de los hechos y el fiscal (si les acusa) y el juez (si le condena) son unos «fachas con toga» al servicio de una casta imperecedera. ¡Qué país, Miquelarena!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario
Sábado 29 de abril 2023