¿Recuerdan aquel episodio del 1 de octubre del lejano 2016 cuando Pedro Sánchez intentaba que el Comité Federal del PSOE no le tirara por la ventana e intentó, junto con su hooligan César Luena, amañar la elección mediante urnas camufladas detrás de una gruesa cortina?.
¡Pues eso! Tener algo de memoria nunca está de más ni es ningún lujo. Lo que está sucediendo ahora con el escandalazo de la compra de votos en Melilla, Mojácar (Almería) y lo que venga no puede sorprender a nadie. Los últimos acontecimientos de irregularidades varias –con una RTVE en manipulación obscena (ver el programa 24H del pasado miércoles a propósito del debate entre los candidatos de Madrid)- han situado a España en el ámbito de las naciones libres como un país bajo sospecha democrática. Es un rebufo más de esta España sanchista, sin moral, sin valores, sin conocimientos, sin trabajo, sin esfuerzo y sin memoria.
Bien. Vayamos a lo que se dilucida mañana domingo. El todavía presidente del Gobierno ha querido plantear la jornada electoral 28M como un plebiscito hacia su persona y su gestión de cinco años. Si supera la prueba, levitará como no lo hicieron todos los santos juntos del medievo; si fracasa, la culpa será de Iván Redondo, Ábalos, Monedero, Ximo Puig, Lambán, Page y Alfonso Guerra, además de banqueros y conspiradores varios a los que antes comía los mocos. Lo importante, en cualquier caso, no es Sánchez, tipo al que la historia triturará, igual que a su compañero de ticket Rodríguez Zapatero, sino el Estado y su permanencia, abatido desde el propio poder que ese Estado concedió a un Gobierno.
El pueblo español se enfrenta en menos de 24 horas al desafío lanzado por un solo hombre, desquiciado políticamente, enfermo de vanidad y egolatría, incapaz de ver más allá de sus narices. Estas elecciones son tan decisivas porque pueden suponer el principio del fin de una huida a ninguna parte. O, por el contrario, apuntalar a un personaje que nos coloque definitivamente en el averno. Los sátrapas oficiales y reconocidos como tales convocan plebiscitos para sujetarse al poder; Sánchez, a medio camino, pretende utilizar una consulta municipal y autonómica para decirle al espejo lo muy equivocado que está.
El 28M no podrá ser recordado por otra cosa que por los intentos del PSOE y sus socios por corromper la consulta. Porque, además, de Melilla y Mojácar, resulta que también hay serios indicios, más que indicios en Zamora, Huelva, Alicante, La Gomera y Murcia. Un fraude masivo. Comprar un voto a cien euros es una corrupción grande, pero aún mayor es utilizar en los mítines del Partido Socialista por parte de Sánchez el dinero que es de todos. ¿Cómo se llama ese ejercicio político desvergonzado?
Txapote, desde luego, tiene gran interés en que siga instalado en La Moncloa, al igual que los independentistas catalanes y los neocomunistas enriquecidos de color morado. Al cerrar este post y abrirse paso en las urnas, el autor no se atrevería a decir qué camino marcará España y su cuitado pueblo. La duda, en sí misma, ya es una anomalía democrática.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 27 de mayo 2023