Se dejó caer el señor Núñez Feijóo, ya liberado de tanto remilgo, por la mesa de Susanna Griso (Espejo Público, A3) y se lo pusieron en bandeja. Se rescata en el acto con imágenes aleccionadoras la ya mítica risotada de Pedro Sánchez subido ufano en la tribuna del Congreso y descarallándose de su principal oponente (¿o enemigo?) cuando afirmó que no era primer ministro porque no aceptó las exigencias de los independentistas.
El jefe del Partido Popular respondió, gesto de desprecio incluido, en pensamiento gallego acerca de algo que millones de españoles tienen para sí, esto es, si ese tipo de comportamientos ad hominem no deberían considerarse por los que entienden de salud mental como tics patológicos porque muy normal, muy normal, no fue precisamente la escena que el inquilino de La Moncloa desarrolló en tablas parlamentarias. Los principales edecanes del conducator sanchista se llevaron las manos a la cabeza y acusaron al jefe de la oposición de traspasar todas las líneas de la decencia, especialmente, el portavoz agradecido en la Cámara.
Tras traspasar por traspasar líneas rojas no es precisamente algo que permita al PSOE y a sus socios naturales y antinatura seguir dando lección alguna de respeto, moderación y cortesía a nadie. Mucho menos sentar cátedra en dichas materias. Desde la risotada tabernaria sostenida en el corazón del hemiciclo, ni las constantes descalificaciones e insultos ad hominem hacia los dirigentes populares y otras formaciones de la oposición. Al escribidor no le gusta mucho eso de intentar lancear a los adversarios ideológicos o competidores políticos con descalificaciones fuera del sentido común y la risotada repetida bamboleándose ufano con la gracieta, ya que no podría parecer la mejor manera de dar ejemplo, máxime en un presidente del Gobierno en esos momentos ya in pectore.
Donde las dan las toman, amigos sanchos. La izquierda, desde los tiempos de Mariano Rajoy y aun antes, se ha venido caracterizando por el ataque personal -¿qué pensará Díaz Ayuso al respecto?-, la agresión desmedida y la incursión en asuntos personales de los que consideran sus enemigos a batir. Sí, ya sé que ello queda muy leninista, incluso estalinista, pero esto que se sepa es una democracia, al menos, por el momento.
No seré yo el que recomiende a Sánchez acudir en busca de ningún dictamen de salud mental. Entre otras cosas porque también es mi jefe de Gobierno a pesar de haber hecho méritos suficientes para no considerarle como tal. Definitivamente, si quieres respeto prepárate para respetar. Porque el resto de los mortales también tiene dos manos, cerebro y lengua.
P.D.: El viernes de la pasada semana, a bordo del avión presidencial, Sánchez se quejó de esto ante los periodistas de cámara monclovitas. Ha sido él quien ha polarizado la vida política española; él quien levanta muros; él quien se descojonó a mandíbula batiente del jefe de la oposición desde la sacrosanta tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. En efecto, acusar a los demás de las maldades que tú perpetras es síntoma de tics patológicos.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
25 de noviembre 2023.