En puridad, un autogolpe de Estado es es una forma de golpe de Estado en la que quien dirige una nación, tras haber llegado al poder acorde al derecho, viola la legalidad vigente y asume ilegalmente poderes extraordinarios no concedidos en circunstancias normales, generalmente para afianzarse en su posición. Esta calificación de autogolpe presenta en España características propias, una versión renovada de la versión clásica consistente en haber llegado al poder acorde al derecho y perpetuarse en el cargo por la vía de beneficiarse del apoyo de los enemigos de la nación a cambio de de dejar sin efecto los mecanismos legales creados para defender el marco constitucional ante la amenaza de los enemigos de España.
Por decirlo de una manera muy clara: el autogolpe de Sánchez es la voladura del marco constitucional para entregar el Estado a cambio del Gobierno. El pacto con Junts, sin entrar en detalles, es eso: diluir el Estado y quebrar la separación de poderes para que Sánchez se perpetúe en el cargo. El precio es altísimo: la ausencia de contrapoderes otorga a Sánchez el blindaje que le prestan los partidos separatistas a cambio de garantizarse estos la impunidad necesaria para lograr sus fines. Es un autogolpe, revestido, además, de impostura formal, porque se utiliza la Constitución como ardid y se presume de respetar el marco legal cuando, en realidad, las instituciones garantes del ordenamiento jurídico han sido tomadas al asalto o desprovistas de poder, en cuanto los tribunales de justicia quedan carentes de autoridad en virtud de una ley de amnistía que no sólo perdona los delitos, sino que cuestiona la imparcialidad de los jueces que sancionaron los mismos de acuerdo al Código Penal.
Es un autogolpe, en suma, tan alambicado como letal, porque reduce al máximo la posibilidad emplear mecanismos de defensa ante el brutal atropello y condena a la nación a un sometimiento obligado del que sólo puede librarse por la intervención de la UE. En conclusión: estamos ante el primer autogolpe en el seno de la Union Europea. Bruselas, ¿hay alguien ahí?
EDITORIAL OKDIARIO
10 de noviembre 2023.