La izquierdona mediática anda cavilando acerca del cuarteo que el acuerdo entre el PP y el PSOE sobre el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) puede producir en las filas populares. Da igual las explicaciones que se ofrezcan, son irreductibles, contemplan el mundo y todo lo que les rodea con orejeras.
Núñez Feijóo hizo bien en comisionar a Esteban González Pons la responsabilidad de sustanciar el pacto para el CGPJ y optar porque en medio de Bolaños se colocara la enviada especial de la Unión Europea para este asunto. Porque si Sánchez rompe su compromiso y palabra otra vez más, en esas lides es un artista de la pista, a quien estará chuleando no es al PP, sino a Europa.
Por lo que hemos conocido, el acuerdo es bueno para garantizar la independencia del Poder Judicial, insisto, siempre que el gobierno sanchista cumpla. Para comenzar se ha evitado, por ejemplo, que en la cuarta potencia de la UE siente cátedra la «justicia popular», como desean los extremistas socialistas y, desde luego, los comunistas; estos, allá donde mandan, la establecen. Primero fue la URSS, luego Cuba y posteriormente en Nicaragua y Venezuela.
¿Que puede haber votantes del PP que discrepen de que su partido haya dado la mano al sanchismo después de todo lo perpetrado durante estos seis años? Puede. Son muy libres de pensarlo, pero antes de formarse opinión hay que conocer los hechos. Sánchez había amenazado con modificar la ley del CGPJ a su antojo; por otro lado, la UE urgía y los propios profesionales de la justicia se mostraban muy incómodos con la actual situación. González Pons consiguió diez a diez y colocar a Macías en el Tribunal Constitucional. Ahora la clave está en quién sea cooptado presidente de la institución, que tendrá la posibilidad de desempate e imagino que voto de calidad.
Si Sánchez no cumple lo pactado, ya ha anunciado el propio negociador y su jefe de filas que no habrá modificación de la citada ley y, por ende, tampoco habrá renovación del Consejo. El presidente del Gobierno quedaría como un mentiroso e incumplidor, en esta ocasión en la misma cara de Europa.
Lo veremos en breve. Bolaños no ha dicho que no vayan a cumplir, sencillamente, se ha callado cuando le han preguntado por la madre del cordero, esto es, que los jueces elijan a los jueces. Y a ese silencio se le puede aplicar el viejo adagio latino Qui tacet, consentire videtur, en román paladino, el que calla, otorga. Bien por Pons.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 29.6.2024