Algo gordo está cociéndose en el corazón mismo de las calderas monclovitas. Nunca Sánchez ha mantenido tanto silencio sobre ningún otro asunto a lo largo de sus seis años de mandato, salvo con el feo asunto marroquí que, en el fondo, viene a resultar un tema entrelazado con el quilombo de su señora esposa.
El caso de Begoña Gómez, mujer del primer ministro, habitante de distintos palacios según la época del año, es el gran asunto que ha llegado –como no podía ser de otra forma– al corazón del pueblo. Jamás en el casi medio siglo de presidentes del gobierno democráticos, el habitáculo presidencial había vivido nada semejante; tiene su corolario adjunto en las informaciones de las que se hacen eco ya la prensa europea, esto es, que sobre el palacio de la Moncloa sobrevuela un cierto olor a podrido, que aquí llamamos lisa y llanamente corrupción.
En siete ocasiones y en sede parlamentaria, Núñez Feijóo ha increpado a su oponente para que diga algo sobre los casos (cuasi infinitos) de sospechas económicas que se estrellan nada menos que con la mujer que pasa las noches con el jefe del poder Ejecutivo. Silencio, arrebatos y balones fuera…
Cualquier jefe del Gobierno con un mínimo de sensibilidad democrática se hubiera tomado este asunto con algo más de elegancia y transparencia, porque, al final, qui tacet consentit; esto es, el que calla, otorga. El columnista, que lleva ya lustros (bastantes) oteando la realidad política nacional, sostiene para él que nada bueno puede cobijarse sobre el silencio y la oscuridad. Agarrando por el cuello el viejo adagio, «la mujer del césar debe ser pulcra y parecerlo», no cuadra demasiado con ese meterse debajo de la mesa al amparo del silencio de su brigada mediática progubernamental, que tan purista aparece en determinados casos de la derecha y tan genuflexa se muestra con el sanchismo.
¿Tendrá el juez las suficientes agallas si sobre su mesa se acumularan datos indiciarios, o sospechas fundadas, de que Begoña Gómez, la antigua gestora de saunas familiares y demás, fue persona importante o relativa en la trama que hemos dado en denominar de Koldo y que, en el mejor de los casos, es la corrupción presunta de José Luis Ábalos&Cía? Ésta es la cuestión, porque al matrimonio presidencial las infinitas noticias sobre la presencia de la dama en la trama le importan tanto como una higa.
Lodazal, barro, inmundicia parece a priori que existir, existen. Y hay que limpiarlo por la mera dignidad de la institución de la Presidencia del Gobierno y de todos los contribuyentes. ¡Cuánto antes!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 13.4.2024