Cuando Pablo Casado decidió sacarse de la manga a una tal Isabel Díaz, desconocida en los medios políticos madrileños (salvo para un grupito de jóvenes que revoloteaban entonces por las faldas de Esperanza Aguirre), y presentarla como candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, casi todos, excepto Casado, se llevaron las manos a la cabeza… «¡Este hombre se ha vuelto loco!»..
Evidentemente, sabía a lo que jugaba; otra cosa es que esa relación acabara como acabó. Lo cierto es que muy pocos sabían o intuyeron que detrás de ese andamiaje aparente se escondía una gran lideresa política dispuesta a fajarse con el más pintado. Cierto es que ha tenido mucha suerte al tener como obseso oponente a Pedro Sánchez, que es el culpable en gran parte de haber convertido a Isabel en una dirigente nacional ampliamente conocida, tan reconocida como vilipendiada, según la acera en la que pises.
Sucede que el nivel de enfrentamiento diario con Sánchez, que insiste desde el poder en buscar las vueltas a la lideresa de la Puerta del Sol, es tan brutal que tengo para mí –puedo estar confundido– que puede ser hora de olvidarse del agresor para centrarse sólo y exclusivamente en la gestión y la venta de la gestión, que es el fuerte institucional de la Comunidad de Madrid; gracias a esa gestión gana elecciones por mayoría absoluta. No olvidarlo. No por las refriegas dialécticas y los insultos que, al final, no conducen a parte alguna y a la corta producen hastío y mala sangre. Pedro Sánchez, políticamente hablando, es un personaje claramente amortizado…¿Qué sentido tiene estar todos los días dando lanzada a moro muerto? Ya sabemos también, por lo demás, cómo se las gasta la izquierda y la ultraizquierda con aquellos adversarios (que convierten en enemigos) a los que no pueden derrotar en las urnas.
Observo, asimismo, una cierta levitación en el entorno ayusístico y un desprecio precisamente hacia aquellos sectores que le ayudaron a llegar y a sostenerse. Por ahí se empieza a perder una herradura, tras la herradura un caballo, tras el caballo una batalla y se termina por perder la guerra.
¡Una mujer inteligente y determinada siempre tiene la pituitaria en estado de alerta!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 26.10.2024