Lo de las «comisiones parlamentarias de investigación» por el Caso Koldo (eufemismo para no llamar al asunto caso Sánchez, que sería más propio y preciso) resultan meros ejercicios de distracción para no arrojar luz alguna sobre un tema que apesta y, de paso, gastar dinero al contribuyente.
Todo el mundo sabe, los diputados principalmente, que de esas comisiones no saldrá luz alguna que determine las responsabilidades políticas de los interfectos en un monumental asunto de trinke de dinero público. Aquí, lo sustancial no es otra cosa que los autos que firme el juez instructor de la Audiencia Nacional Ismael Moreno. El resto son pelillos a la mar.
Quien tiene potestas y auctoritas para cambiar el curso de los acontecimientos y profundizar en ellos y arrojar luz sobre hechos consumados y comprobados (la UCO a su entera disposición, entre otros medios oficiales) es el instructor de la causa, que no se prodiga mucho en charletas berborraicas. Los autos que firme son el santo y seña del vomitivo tema; el resto, meros brindis al sol.
El columnista tiene la sensación –también alguna información al respecto– de que, en breve Moreno, producirá un nuevo auto que comience a poner en su lugar a cada uno de los señalados mediáticamente. Hay que distinguir a toda prisa el grano de la paja.
El hilo argumental básico lo conoce todo el mundo; la ordinary people se ha hecho una composición de lugar aproximada. Koldo era el machaca del superministro José Luis Ábalos, pero el que fuera superjefe dentro del PSOE no era más que un poder vicario del inmensamente jefe. ¿Saben por qué nombre responde este último? Pedro Sánchez Pérez Castejón.
El resto, humo.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 21.4.21024.