El observador permanente de la Santa sede, Fernando Chica, indica cómo se desarrolló la cumbre en Roma
(ZENIT – Roma).- Valorizar la agricultura fue el leitmotiv de la 40º sesión de la conferencia de la FAO que se realizó en Roma, del 3 al 8 de julio pasado. Lo indica el diplomático de la Santa Sede, Fernando Chica Arellano, observador permanente ante la FAO (Food and Agriculture Organization), ente de las Naciones Unidas que se ocupa de desarrollo agrícola y de la consecuente lucha contra el hambre.
Partiendo de los datos del hambre y la desnutrición del mundo, sin olvidar ni siquiera a los 500 millones de obesos, el sacerdote español reconoce en un artículo publicado por el diario L’Osservatore Romano, que “la nota final de la conferencia de hecho es amarga: existe el convencimiento de que si nos quedamos en la actual situación, eliminar el hambre dentro del 2030 se vuelve una empresa imposible”.
Entretanto precisa que la meta es la fijada por la comunidad internacional en la agenda 2030 de desarrollo sostenible. Si bien consideró que cumplirla requiere una “alianza concreta por parte de todos los actores que pueden realizar iniciativas junto a las de los Estados: el sector privado, la sociedad civil, toda forma de organización, las religiones y las iglesias”.
Por lo tanto asegura que “para alcanzar esta meta es necesario prever estrategias capaces de no excluir ninguna relación entre donantes y ninguna componente entre los beneficiarios”.
Precisa además que es necesario “programar una forma sostenible de producción agrícola acompañada de la capacidad de elaborar y poner en acto respuestas adecuadas, no sólo en relación al uso de las tierras, de los recursos agrícolas, forestales y marítimos, del agua, su producción y comercialización, sino la continuidad de la vida de las personas y de todas las comunidades”.
En cambio por lo que se refiere al desperdicio de alimentos, indicó que el tema “se desplaza a los modelos de consumo y los estilos de vida”, con directas implicaciones de orden ético. Y de aquí que “el empeño individual y colectivo sea el único camino que se puede seguir”.
Conflictos armados y proteccionismo son factores de pobreza
Foto: WIKIMEDIA COMMONS
Sirven “normas más equitativas” sobre subsidios a la producción y exportación de productos agrícolas
Uno de los factores directamente relacionados con el hambre y la pobreza son los conflictos armados. En este contexto, la agricultura “podría ser una oportunidad para dar espacio a las iniciativas de paz”, también en conflictos en acto, pero principalmente “como instrumento para una transición pacífica en el post conflicto”.
Lo indicó el Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el sacerdote español Fernando Chica Arellano, en un balance de la Conferencia de dicho organismo, llevada a cabo en Roma del 3 al 8 de julio del presente año, dando como ejemplo “el Plan operativo de la FAO para Colombia, donde gracias a la reconocida contribución del papa Francisco, los esfuerzos de paz llegaron a una primera meta”.
Otro de los factores que complica la lucha contra la pobreza es el “preocupante crecimiento del proteccionismo, la prohibición unilateral de exportaciones, los acaparamientos de tierras y acuerdos exclusivos que satisfacen solamente las exigencias egoístas de algunos países y seguramente no aquellas de los pobres”.
Entre ellas, el diplomático de la Santa Sede menciona “la adquisición o arrendamiento de tierras cultivables en países en vía de desarrollo” por parte de empresas privadas o fondos especulativos de países desarrollados. A este respecto, basta pensar que en África, de acuerdo a los datos disponibles, un tercio de las tierras cultivables de este continente ha sido adquirido o arrendado para estas finalidades. Por tanto hacen falta “normas más equitativas”, en particular para frenar los subsidios que determinados paises otorgan a la producción y a la exportación de productos agrícolas.
Además, en la mencionada cumbre de la FAO, se puso de relieve que, “para muchos que viven de la tierra y de ella obtienen su fuente de rédito, es fundamental participar en los procesos de toma de decisiones, lo que se vuelve aún impracticable debido a la ausencia de instituciones locales y por la falta de reglas seguras”.
Durante la referida conferencia fueron presentados también ejemplos de ‘buenas prácticas’, que entran en la óptica de la solidaridad, como la transmisión de tecnologías, la formación de los grupos menos privilegiados de la sociedad y, sobre todo, compartir más las responsabilidades.
Ayudar a los cultivos sostenibles, mitigar el cambio climático y mudar el escenario del consumo
El desarrollo agrícola no puede olvidarse de la condición de vida de los agricultores ni de la tutela del medio ambiente
Uno de los desafíos mayores de hoy, explica el Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, Mons. Fernando Chica Arellano, es el cambio climático, que afecta directamente a la agricultura, favoreciendo el que ciertos cultivos lleguen a desaparecer en ciertas áreas, la pérdida de biodiversidad y la disminución del rédito.
Lo indica en una relación publicada hoy en el diario vaticano L’Osservatore Romano, precisando la importancia de incrementar prácticas sostenibles para mejorar la capacidad de respuesta (resilencia) a los cambios climáticos y para reducir las emisiones de gas efecto invernadero.
Por lo tanto, los países tienen que favorecer dichas prácticas sostenibles, eliminando así los subsidios a las producciones que agraven los cambios climáticos.
En el contexto del cambio climático, además, “un desarrollo del sector agrícola no puede olvidarse de la condición de vida de los agricultores ni de la tutela del medio ambiente”, explica el diplomático.
En relación al desarrollo agrícola y alimentario, en la Conferencia de la FAO fue analizada la temática del uso de la tierra y de los recursos hídricos, señalando el notable impacto negativo que en este sector tiene el crecimiento de las superficies cultivadas, que requieren una creciente necesidad de agua.
“Seguramente el futuro –asegura el Observador permanente de la Santa Sede ante la FAO– en el cual juega también un rol el crecimiento demográfico, exige cambiar el escenario del consumo”: por ejemplo para producir un kilo de cereales se necesitan 1.500 litros de agua, en cambio un kilo de carne exige 15.000 litros. En esta óptica “no puede ser olvidada la apreciada iniciativa de la FAO con las ‘directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra y la gestión del agua”.
En concreto, la conferencia de la FAO ha individuado 19 países afectados por crisis, conflictos y sequías “que se prolongan a lo largo de los años” como en Yemen, Siria, Sudán del Sur, Somalia y el noreste de Nigeria. Se ha hecho un vigoroso llamamiento para intervenir urgentemente con el fin de afrontar esas dramáticas situaciones, indica Mons. Chica.
Si bien reconoce que “esto no basta si no hay una verdadera solidaridad entre los países y dentro de los países”. Es igualmente importante promover “la justicia que se concretiza en el salvaguardar el ambiente agrícola, oceánico, forestal. Y en la justa posesión de las tierras, en salarios agrícolas adecuados y el en acceso a los mercados”.
Imagen: Paneles en el exterior del edificio
en donde se desarrolló en Roma la asamblea de la FAO